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UNA “SOLUCIÓN” PRÁCTICA PARA MITIGAR LA ESCASEZ

UNA “SOLUCIÓN” PRÁCTICA PARA MITIGAR LA ESCASEZ
« en: Febrero 26, 2023, 05:22:57 pm »
                     UNA “SOLUCIÓN” PRÁCTICA PARA MITIGAR LA ESCASEZ
                                               Por la socióloga Helen Ochoa Calvo


La marginalidad no es una condición identitaria, ni mucho menos motivo de orgullo nacional, debería ser vergüenza tanto para quienes la padecen como para quienes la provocan



Cienfuegos. Cuba.- Mi madre, dotada del innato sentido común de todas las madres, ha dado la solución práctica para mitigar la escasez de comida, la falta de corriente y las pocas ganas de seguir enfrentando otro día de extenuante bregar. Ha dicho: mejor haremos una sola comida al día, sobre las 3 o 4 pm, así ahorramos arroz y energía inventando que hacer, comemos con la luz solar y nos acostamos temprano para no sentir hambre a media noche y que se acabe rápido el día. Nos reímos muchísimo de sus fáciles soluciones y luego sentí un profundo malestar, algo así como una vergüenza ajena. Ya no es un chiste, pensé que así están viviendo muchos hogares cubanos, hogares de ancianos o con niños, hogares que hasta quisieron tener mascotas y ahora no saben qué y cómo hacer para mantenerlos.

Lo que aún no le encuentro respuesta – y no me atrevo a preguntar a mi madre que fue parte de la primera generación de cubanos que entregó todo al ideal revolucionario y cuyas pensiones de jubilados son las más penosas– es cómo pueden quedar personas dentro de Cuba, viviendo al límite de la sobrevivencia, que se atreven a creer que lo que sucede con un pueblo aniquilado moral y económicamente a consecuencia del totalitarismo, es cuestión de ideología y no de la soez arrogancia, vileza y prepotencia de una pequeña horda de rapiña, entrenada en su propia incapacidad de hacer algún bien colectivo.

No me sorprende, pero me resulta ya extremadamente aburrido, entender que un pueblo sin civismo sólo atina a existir en situaciones inverosímiles como si fueran normales actos de "identidad nacional". La marginalidad no es una condición identitaria, ni mucho menos motivo de orgullo nacional, debería ser vergüenza tanto para quienes la padecen como para quienes la provocan. Hay un límite por supuesto entre la víctima y el victimario, pero ese límite se desvanece cuando existe un tácito acuerdo entre ambos de mantener los roles de dominante y dominado. Algo así como nos quitan la corriente, nos quejamos y lamentamos nuestra mala suerte y maldecimos interiormente a los presuntos culpables porque sabemos que es demasiado alto el costo a las protestas públicas y masivas y a alzar la voz: alto y claro.

El miedo al látigo no es mayor que la desidia social en la que nos sumimos mientras se escampa este mal temporal que muchos quieren creer que será el último, o que pasará pronto porque siempre que llueve escampa y siempre que quitan la corriente la vuelven a poner.

Yo me aferro a pensar que nunca está más cerca el amanecer que cuando más oscura es la noche, aún cuando todo lo que se vislumbra es oscuridad.