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EL DESCUBRIMIENTO DE NUEVAS PINTURAS PREHISTÓRICAS EXPANDE EL ARTE SUREÑO

EL DESCUBRIMIENTO DE NUEVAS PINTURAS PREHISTÓRICAS EXPANDE EL ARTE SUREÑO

El algecireño Simón Blanco descubre en la frontera con la Serranía de Ronda cuatro importantes cavidades con coincidencias con los yacimientos de la comarca y La Janda


Figuras prehistóricas en el conjunto del Bajo Guadiaro. / SIMÓN BLANCO

QUINO LÓPEZ

El Arte Sureño es el conjunto de pinturas y grabados rupestres al aire libre más importante del mundo, el legado gráfico de las culturas prehistóricas que se originaron y se desarrollaron en el Estrecho de Gibraltar durante un largo periodo de 20.000 años. Sus singulares motivos y el hecho de que se representarán en su mayoría en abrigos abiertos -no en oscuras y ocultas grutas- le confieren un valor único, con más de 400 yacimientos repletos de misterios y curiosidades siempre con el Campo de Gibraltar y La Janda como escenario. Hasta ahora. Este patrimonio acaba de aumentar con el descubrimiento de un nuevo conjunto rupestre muy particular que expande el Arte Sureño a la frontera de la comarca con la Serranía de Ronda y ofrece nuevos caminos al estudio de su influencia en el entorno.

"Este yacimiento que pertenece a la serranía pero se desarrolla en las areniscas, tiene características híbridas entre el Arte de la Serranía de Ronda y el Arte Sureño y rellena un inmenso vacío en este territorio geológicamente y jurisdiccionalmente fronterizo", explica el espeleólogo algecireño Simón Blanco Algarín, uno de los grandes especialistas en estas representaciones prehistóricas y descubridor del bautizado como conjunto rupestre del Bajo Guadiaro.

Es, explica Simón Blanco, "un hito en la encrucijada del paisaje y del patrimonio rupestre del sur, cuyo estudio sobre la relación entre su localización y el contenido, podrá revelar el grado de interacción entre ambos estilos y las preferencias pictográficas dentro de este vasto territorio que comparten las provincias malagueña y gaditana y que en su conjunto albergan la mejor muestra del arte prehistórico del sur de Europa".

Es sobre el monumento natural del cañón de las Buitreras, un estrecho desfiladero calizo de más de 100 metros de profundidad que marca el final de las sierras blancas y el inicio de la depresión del Campo de Gibraltar, donde se localizan los cuatro abrigos, en un espolón rocoso que marca el final de la Serranía de Ronda.


Hornacina del Guadiaro IV. Trio de antropomorfos en el panel frontal. / SIMÓN BLANCO

Se trata del yacimiento rupestre al aire libre con más representaciones de la Serranía, donde la buena conservación de algunos de los lienzos que no están afectados por la degradación del entorno, muestran diversas tipologías de la figura humana y algunas composiciones de gran valor visual y cultural que lo convierten en un conjunto de gran trascendencia histórica.

Tras comunicarlo Simón Blanco, ya se ha iniciado el proceso de inspección, estudio y catalogación como BIC por parte de la Delegación Territorial de Cultura gracias a las gestiones de Pedro Cantalejo, conservador de la cueva de Ardales y Carmen Mora. de la Delegación de Cultura en Málaga.

"Estas pinturas no son fruto de las sociedades paleolíticas que decoraron magistralmente las grutas profundas de la serranía sino de las comunidades agropecuarias que a partir del Neolítico vertebraron el territorio con estratégicos dólmenes y pinturas al aire libre, por lo que su marco de expresión elemental es el arte esquemático y el tema destacado como también ocurre en este abrigo es el de los antropomorfos", explica Simón Blanco.

Entre las representaciones más antiguas se encuentran las del panel interior, donde destaca una figura humana completa con un brazo alzado y el otro en jarra, estereotipo neolítico que tiene numerosos paralelos en el Arte Sureño, como ocurre en el abrigo de los Guerreros, abrigo principal del Bacinete o el Buitre I pero que no son desconocidos en tierras malacitanas al estar presente dentro del repertorio gráfico de la cueva de Nerja.

En la pared exterior izquierda, la mejor conservada, destaca una secuencia horizontal con seis figuras humanas ancoriformes (en forma de ancla), "esquemas que aunque simples han sido enriquecidos con detalles anatómicos, herramientas y dispuestos de forma que se puede advertir algunas de las relaciones sociales que los vinculan", ya que uno de los antropomorfos va acompañado de un figura infantil, circunstancia que también se repite en el Bacinete, donde una figura ancoriforme acompaña a dos pequeños cruciformes, relata el descubridor.


Antropomorfos de tendencia naturalista. A la izquierda, del Abrigo de los Guerreros. En el centro, de la cueva de Nerja. A la derecha, de la Hornacina del Guadiaro IV. / SIMÓN BLANCO

También hay un panel en el techo con figuras antropomorfas en doble Y y doble T, estereotipos que son mucho más representativos de la serranía que en la zona de influencia del Arte Sureño, donde nunca aparecen oculizados como si ocurre en tantos refugios malagueños.

"Dentro de la temática faunística, hay un friso con dos posibles cuadrúpedos muy desvaídos por la exposición solar. Estas representaciones parecen relevar una morfología y técnica de ejecución más naturalista como ocurre recurrentemente en los zoomorfos del Arte Sureño, en cambio estos motivos están ausentes del arte postpaleolítico malagueño", subraya el experto.

Finalmente, los signos son cuantitativamente poco representativos, aunque pueden reconocerse algunas secuencias de barritas, trazos y algún elemento más significativo, como un círculo similar al de Laja Prieta en Álora.

El yacimiento arqueológico se encuentra en un cerro dedicado al aprovechamiento forestal del corcho, pero donde el envejecido alcornocal "está prácticamente erradicado por agotamiento y falta de regeneración". "El afloramiento areniscoso adopta la original forma de un circo rocoso, una disposición que recuerda a otros yacimientos del Arte Sureño como el santuario del Bacinete. En el interior del recinto hay un importante derrubio de piedras provocado por el colapso de un abrigo denominado Hornacina III. De esta gran superficie solo ha quedado un quebradizo fragmento vertical con algunos receptáculos en los que apenas puede vislumbrarse algunos restos rupestres", describe Simón Blanco.

Compartiendo la bancada de la Hornacina III, a la espalda del que debió ser el abrigo de referencia para la organización territorial y social de estas comunidades fronterizas, se localiza la Hornacina IV, "un minúsculo tafoni (un hueco redondeado) desde donde tenemos fabulosas vistas panorámicas de las costas africanas y de la llanura aluvial que forma la cuenca hidrográfica del río más importante de los que nacen en las cordilleras béticas y drenan al Mediterráneo".

Se trata de un tafoni de aspecto tubular ascendente, al que solo puede acceder una persona. La parte derecha del abrigo se ha desgajado recientemente y se encuentra fracturada en el suelo, probablemente a la par del colapso de la Hornacina III, "hecho que es fácilmente deducible por la frescura de los planos fracturados que aún no han sido atacados por las características comunidades liquénicas".

"Esta pérdida de material y de la cobertura forestal, han provocado que la parte derecha del interior del tafoni quede expuesta al sol de la tarde, lo que ha desencadenado la degradación de ese mural, circunstancia que contrasta con la buena conservación que ofrecen el resto de las pinturas", conclUye Simón.

Tomado de:
https://www.europasur.es/