DOS LEYENDAS DE LA CANCIÓN CONTEMPORÁNEA SE DESPIDEN DE LOS ESCENARIOS.
Dr. Alberto Roteta DoradoEl Pablo que hoy veneran miles de cubanos – por su postura política en el presente, bien distante de la que mantuvo durante varias décadas, amén de su contribución indiscutible al arte– dedicó muchas canciones comprometedoras en los años iniciales de la llamada revolución cubana, y esto no debe olvidarse. 
Santa Cruz de Tenerife. España.- Por estos días dos leyendas de la canción contemporánea se despiden de los escenarios después de varias décadas de intensa actividad creacional e interpretativa. Me refiero al español Joan Manuel Serrat y al cubano Pablo Milanés, ambos representantes de lo mejor de la canción hispanoamericana contemporánea.
El español Juan Manuel Serrat ofreció en la noche de este martes, 22 de junio, un sonado concierto en el Auditorio de Tenerife, Islas Canarias, dentro de su extensa gira por España y América. Más de una veintena de canciones fueron interpretadas por el autor de "Para la libertad" con nuevos arreglos musicales. Un público de conocedores y amantes del buen hacer y el buen decir se reunieron en el afamado Auditorio tinerfeño para despedir al ídolo de muchos españoles que le han seguido desde siempre.
Serrat es uno de los pocos compositores españoles, al menos de la música popular de nuestro tiempo, que contribuye a poner el nombre de España en el lugar que merece. Jamás hizo concesiones respecto a abandonar la grandeza de sus textos y la calidad de su música a cambio de ganancias materiales, algo en lo que cayeron la mayoría de sus contemporáneos que aún siguen siendo venerados por un público tan vulgar como las letras de lo que ellos consideran como canciones.
Ser consecuente consigo mismo ha sido su mayor virtud. Desempolvó los olvidados textos de los grandes poetas españoles (Antonio Machado y Miguel Hernández)
logrando obras maestras que ya han demostrado con creces su trascendencia universal. Aún así, sin dejarse arrastrar por los mediáticos efectos que conducen a la fama, logró las cumbres de una popularidad ejemplar que supo conservar – sin violar sus normas de la consecuencia para consigo– hasta el presente. Los españoles cultos, porque también los hay, de varias generaciones le han admirado y querido sobremanera. Muchas naciones hispanohablantes también le han acogido como merece.
Joan Manuel Serrat. Compositor prolífico, intérprete serio, consecuente consigo mismo, jamás se dejó arrastrar por los enjambres de la mediocridad que conducen a la “fama”. Lejos de todo tipo de campañas mediáticas, y de la superficialidad de los medios amarillistas y sensacionalistas, logró alcanzar una popularidad envidiable solo con sus creaciones, obras plenas de un impresionante lirismo que lo convierten en uno de los más grandes compositores de España. También de gira por España, y parte de América, se despide otro grande de la canción trovadoresca o de la nueva canción, como se le llamó hace unas décadas a un movimiento de compositores que con nuevos bríos asumían la responsabilidad de entregar textos de una calidad envidiable enmarcados en complejas líneas melódicas, siempre bien distantes del facilismo cuasi tonto predominante en aquellos tiempos, que ya no son tan nuevos. Me refiero al compositor y cantante cubano, radicado en España, Pablo Milanés.
Milanés, también venerado como Serrat, aunque no tanto por los españoles, sino por los cubanos que
ahora decidieron perdonarle su intensa actividad musical defensora de la llamada revolución cubana para asumirlo como símbolo de la rebeldía y de la oposición intelectual cubana. También este martes, como Serrat en Tenerife, Milanés ofreció su esperado concierto en el Coliseo de la Ciudad Deportiva de la capital cubana.
Todo un despliegue militar en las afueras del gran recinto y miles de agentes encubiertos dispersos por todo el interior tuvo lugar desde horas antes de comenzar la función.
Se esperaban gritos de “libertad”, “patria y vida” y “abajo la dictadura”; algo que no ocurrió – misteriosamente y como si hubiera obrado algo paranormal– a diferencia del revuelo alcanzado, devenido en éxtasis, en el concierto que ofreciera una pocas semanas antes el también trovador Carlos Varela. Recordemos que Pablo Milanés, junto a Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Vicente Feliú, estos dos últimos ya fallecidos, allá por los inicios de los años setenta se agruparon en un movimiento de canción protesta, nueva trova, canción política, etc. sin olvidar al llamado Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, del que también Pablo fue fundador y uno de sus principales líderes.
El Movimiento de la Nueva Trova y el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, se convirtieron (o fueron creados para estos fines) en instrumentos de la dictadura castrista cubana para dar cumplimiento a la célebre frase del dictador Fidel Castro: dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.Téngase presente que todos mantuvieron de manera muy firme y definida su afiliación a la revolución cubana, y que el Pablo que hoy veneran miles de cubanos – por su postura política en el presente, bien distante de la que mantuvo durante varias décadas, amén de su contribución indiscutible al arte– dedicó muchas canciones comprometedoras en los años iniciales de la llamada revolución cubana, y esto no debe olvidarse.
Para los que decidieron dejar a un lado esta oscura etapa de la vida y obra del trovador les recuerdo un texto de su autoría perteneciente a la “Canción por la unidad latinoamericana”, que dice:
"Explotando esta misión, de verlo todo tan claro, un día se vio liberado, por esta revolución” (…) Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló, Fidel la dignificó para andar por estas tierras". Sin comentarios porque el autor de “Para vivir” lo ha dejado muy bien precisado.
No menos significativos son sus versos perteneciente al tema "Hombre que vas creciendo", en este sentido cito:
“Lo que ayer fuera un grito, Hoy cambia en una sonrisa, Cuánto cuesta el destino, que la patria necesita, sí” (…) “Cuánto costó este cielo, Cuánto la tierra amada, Cuánto alzar la bandera, Que inmolarse los vio, Hombre que vas creciendo, En el camino ha quedado, Sangre que fue cimiento, Cimiento de lo logrado, sí”.Pablo Milanés no se está refiriendo a las gestas independentistas cubanas del siglo XIX, las verdaderas, las mambisas, sino al triunfo de la revolución de Fidel Castro, y que ese "hombre que va creciendo" no es otra cosa que el engendro monstruoso del "hombre nuevo" diseñado por el asesino Ernesto Guevara, cuya imagen presidió su concierto ofrecido en el Coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana.
También los cubanos que ahora le rinden culto y veneración – más por su postura política actual que por su contribución al arte– deberán recordar su célebre frase de la canción "Cuando te encontré":
"Y se encontrarán los del machete aguerrido, con el último héroe que hasta hoy se ha perdido, todos gritarán será mejor hundirnos en el mar que antes traicionar la gloria que se ha vivido". ¿Qué gloria? ¿Cuáles son los héroes que hasta hoy se han perdido? Pero así andamos, de un lado para otro.
Ahora es un símbolo de rebeldía contra la dictadura castrista por sus declaraciones y su “separación” definitiva de la línea castrista, lo que no presupone necesariamente su renuncia al socialismo marxista. Está bien, el perdón existe, aunque sea bien difícil de entender y de asimilar; pero lo que se hizo, no por ingenuidad ni equivocación, sino por convicciones muy serias y firmes, también cuenta, y el señor Milanés tendrá que cargar con su cruz cuando le llegue el momento de hundirse en el mar junto a sus héroes perdidos. No obstante, y más allá de cualquier polémica en relación con sus oscilaciones políticas, Pablo Milanés trasciende las fronteras de la temporalidad a través de obras emblemáticas como: Mis 22 años, Para vivir, Años, El tiempo el implacable el que pasó, Yo no te pido, Yolanda, Éxodo, amén de su indiscutible calidad interpretativa. Recordemos que integró formaciones vocales en su juventud y recibió los siempre acertados consejos del maestro Luis Carbonell.
Serrat también rectificó su postura defensiva del régimen cubano – porque también fue un simpatizante de los llamados logros del comunismo de la isla– y
dejó a la Cuba comunista fuera de su extensa gira por América. Decidió ignorarlos para siempre al comprender e interiorizar la realidad de los regímenes dictatoriales del continente perdido. Cuentan sus admiradores que Serrat solía iniciar sus extensos recorridos por América Latina en Cuba, donde no se le podía pagar por sus actuaciones, pero aún así asistía a la tierra fidelista cada temporada.
Rectificó – porque rectificar sigue siendo cosa de sabios– y ahora no solo ha preferido guardar un sepulcral silencio respecto a las atrocidades del régimen de los Castro. Lo ideal hubiera sido que se pronunciara en su contra, pero ante la ausencia de tales proyecciones, un buen silencio ha sido suficiente. Les hizo lo que realmente merecen: ignorarlos, no volver a pisar la tierra que tantas veces le acogiera. Hasta donde conocen sus admiradores, y estudiosos de sus textos, no hay canciones comprometedoras – a diferencia de Pablo Milanés– defensivos de la izquierda, o de regímenes comunistas, en la obra de Serrat. En seres como el "se hace camino al andar".