Julio 16, 2015, 01:15:26 am por Dr. Alberto Roteta Dorado en Temas Martianos.
JOSÉ MARTÍ. LA GESTACION DE SU PENSAMIENTO FILOSOFICO.
Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador.
En la gestación del pensamiento filosófico martiano, jugó un papel determinante su estancia en España. Esta fue una etapa de formación, recordemos que en este país matriculó en la Universidad Central de Madrid en las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, carreras de las que más tarde se graduó en la Universidad de Zaragoza. Indudablemente sus estudios de Filosofía en estos centros contribuyeron a su formación, aunque fueron sus estudios y reflexiones de forma autodidacta los que determinaron su vasta cultura y la formación de su pensamiento filosófico. El investigador y biógrafo martiano Luís Toledo Sande en su estudio biográfico “Cesto de Llamas” dice al respecto:
“Si en lo político resulta ostensible lo que significó para Martí asumir esa herencia, en cuanto a religiosidad y filosofía también lo preparó para un sendero fértil. A España, por ejemplo, llegó en condiciones de identificarse con el librepensamiento y la cientificidad que allí impulsaban relevantes intelectuales en el apogeo del llamado Krausismo* español”.
Al revisar detenidamente sus cuadernos de apuntes y notas dispersas por toda su obra, encontraremos valoraciones críticas certeras acerca de figuras de la altura de Kant, Schopenhauer, Hegel, Fichte, y sobre todo de Krause y Balmes. Una visión diferente de la Divinidad nos ofrece el joven Martí, ya el Dios compasivo, bondadoso y relacionado siempre con el sentido del bien y del perdón que nos muestra en su “Presidio Político”, deja su protagonismo para presentarnos una Deidad devenida en meta alcanzable por el hombre en su evolución espiritual, Dios es <la luz que brilla al fin del puente>; pero esta luz no está ajena al hombre, el hombre puede lograr fundirse en esa luz, puede caminar hacia Dios.
Una revisión de sus valiosos, aunque poco consultados cuadernos de apuntes, nos permitirá aproximarnos a la evolución filosófica de su pensamiento. La siguiente reflexión martiana aparece en su primer cuaderno:
“El alma es la facultad de observar, juzgar y transmitir, en cuanto piensa, - recibir.- impresiones en cuanto siente,- y causárselas y causarlas, en cuanto se mueve. -Esencia, cadena entre el hombre y Dios, cuyos eslabones son espinosos y van siendo cada vez más cortos.- Larga cadena.- Es lo que falta al hombre para llegar Dios.- Ancho puente del que, en cada una de nuestras encarnaciones, salvamos un arco más.-
Puente oscuro al principio, más claro y más brillante mientras más se acerca al fin.
El hombre camina hacia Dios.
El es la Luz que brilla al fin del puente.
Por eso los hombres buenos sienten placer en serlo, y ansia de ser mejores.
El que no la siente, dista mucho de anegarse en la completa luz.”
Resulta evidente a través de sus palabras el significado de alma con una trilogía de atributos: la posibilidad de sentir impresiones, de pensar al observar y juzgar, y finalmente actuar por movimiento. Esta trilogía vuelve a aparecer en sus reflexiones a través de las categorías: conciencia, razón y voluntad - correspondientes a esta etapa-. Para Martí estas categorías son expresión de la esencia creadora, del Dios creador. Recordemos que en esta época, en que realizaba estudios universitarios de Filosofía y Derecho, el joven Martí se había puesto en contacto con la enseñanza de los grandes del pensamiento de la antigüedad y podemos percibir la influencia del misticismo de Platón y del sistema de Aristóteles. Recordemos que Platón estableció las tres partes del alma: el alma racional –razón-, el alma irascible –voluntad- y el alma concupiscible -pasiones y deseos corporales-, elementos que relacionó con la cabeza, el corazón y el vientre. Platón otorga también tres virtudes a estas tres partes del alma: la templanza, el valor o fortaleza y el saber o la capacidad de elección o prudencia.
Por su parte Aristóteles también distingue tres clases de almas, correspondientes a tres formas de vida o transformaciones del organismo: almas de las plantas - nutrición y germinación, almas de los animales - sensibilidad y movimiento - y almas racionales, limitadas al hombre y con participación de la Razón Universal e inteligible. Para Aristóteles, el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y de su teoría del acto y la potencia: el alma, «aquello por lo cual primariamente vivimos, sentimos y entendemos», es sustancia porque es la forma del cuerpo que está en potencia de vida, de ahí que sostenga en su “De Anima” que «El alma es la entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia» , por tanto, el alma no puede existir sin el cuerpo, razón por la cual no puede ser inmortal, de esta forma la concibe como acto <de los cuerpos que poseen la vida en potencia>, y como forma, desde la perspectiva hilemórfica como forma del cuerpo material. Así, en cuanto que acto, el alma es forma, y en cuanto que forma es sustancia, en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la vida. Téngase en cuenta que Aristóteles utiliza indistintamente el término alma para referirse al entendimiento, a pesar de que no los hace sinónimos. El eminente filósofo griego precisó en su citada obra:
“El alma debe ser sustancia en el sentido de la forma de un cuerpo natural que tiene dentro de él la vida en potencia. Mas la sustancia formal es entelequia; el alma es, entonces, la entelequia de un cuerpo de esta naturaleza. Ahora bien, la palabra entelequia se toma en un doble sentido que corresponde, respectivamente, tanto al conocimiento como a su ejercicio. Es así manifiesto que el alma es una entelequia como el conocimiento, ya que el sueño como la vigilia implican la presencia del alma: la vigilia es algo análogo al ejercicio del conocimiento, mientras que el sueño semeja la ciencia poseída sin su aplicación. En la historia del individuo el conocimiento aparece primero que su empleo o ejercicio”.**
Otra trascendental idea expresada en el pensamiento martiano que analizamos, es la de la evolución del hombre. El hombre no está estático sujeto a la providencia divina, para Martí no hay providencia, < porque mi razón no me hace ver sus efectos, ni sentir su necesidad> , el hombre se mueve hacia Dios en un constante peregrinar a través de múltiples vidas: <en cada una de nuestras encarnaciones salvamos un arco más>. Fue un defensor de la reencarnación, sus conocimientos de las enseñanzas de Pitágoras y sus seguidores, que fueron todos reencarnacionistas, su devoción hacia Platón que también defendió y predicó esta doctrina, así como, el contacto desde muy joven con las enseñanzas del oriente, un tanto olvidadas y subestimadas en esta época por la filosofía occidental, influyeron en esta convicción martiana, que se reitera en toda su obra, desde el ya citado artículo de juventud dedicado a la pena de muerte, hasta sus colosales ensayos en plena madurez.
En su segundo cuaderno de apuntes continúa haciendo referencias al alma, en este sentido expresó:
“Al alma pertenecen las facultades volitivas, intelectuales y sentimentales. No sensibles. La sensibilidad no es facultad del alma: la facultad es el lazo de unión entre el alma y el cuerpo; la manera de relacionarse el alma con el cuerpo; propiedad exclusiva de la materia humana, infinitamente inferior a las nobles propiedades del alma”.
Las siguientes ideas tomadas de sus cuadernos de apuntes, fruto de sus reflexiones filosóficas de esta etapa, ilustran su postura acerca de la ley de la evolución a través de la reencarnación:
“El alma post-existe. Y si post-existe, y no nacemos iguales, pre-existe, ha pasado por distintas formas. -¿Aquí o allá?- Es inútil preguntarlo, pero ha pasado.”
(Continuará)
*El Krausismo español se desarrolla en España a partir de las ideas de Krause, que si bien, no tuvieron una gran influencia en Alemania, su patria, en tierra española tuvieron una gran resonancia. Julián Sanz del Río (1814-1869) desarrolló sus enseñanzas y surgió el llamado Krausismo como movimiento filosófico limitado a España. Más que importancia filosófica, ejerció su influencia en la renovación de la enseñanza y las teorías pedagógicas. El Krausismo se basaba en la interpretación de las obras de Krause, que defendía el panteísmo inspirado en el idealismo alemán y en Spinoza. Krause logró sintetizar desde el punto de vista metafísico la moral de los ideales humanitarios y las matizó del misticismo.
** De anima, II, 1, 41a-413ª. Juárez, editor, Buenos Aires 1969, p. 47-50. Diccionario de filosofía en CD- ROM. Copyright c 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A. Barcelona. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
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