CUBA, LA CUASI IMPOSIBLE UNIDAD
Por el abogado Frank Braña Fernández

Dedicado A Un Encuentro Entre Condenados Que Escudriñan A La Patria Desde La Lupa De La Distancia, A Cuatro Almas Que A Golpe De Tres Cafés Y Un Té, Pueden O No Moldear El Futuro
¿Quién no sufre por la madre cualquiera que fuera su manera de educar? ¿Qué cubano no piensa en la patria sin importar su ideología? Mucho tiempo ha pasado desde que nació en Bariay “Juana”, como nombre homenaje al heredero de la corona española, el príncipe Juan, en octubre de 1492. Un archipiélago con muchos padres: españoles, ingleses, franceses, estadounidenses y por azares del destino, rusos y chinos, pero con una descendencia criolla, autóctona, nombrados cubanos, llenos de orgullo y tradiciones, mezclados entre mitos, religiones y tendencias políticas, aunque siempre cubanos.
Hoy a 531 años del nacimiento, 121 de la fundación de la república y 64 del triunfo de la revolución traicionada ¿dónde estamos?; en medio de una sociedad inmersa en la mayor decadencia moral de su historia; despedazada por la migración obligada de sus hijos; y sumida en una miseria sistémica que amenaza de muerte a la nación.
Generalmente a muchos no les interesa saber la verdad sino la mejor versión; sin embargo la falta de unidad es la mayor responsable de la realidad cubana. Plasmados en la historia aparecen las causas de todos los desaciertos de Cuba. Solo cuando Martí, Maceo, Gómez y otros padres fundadores dejaron a un lado los intereses personales y mezquindades carnales para hombro con hombro blandir machete e ideas, existió un sueño, una patria libre con la proyección apostólica de “Con todos, y para el bien de todos”.
La diáspora cubana diseminada por el mundo cumple inconscientemente con esa línea patronal que da supervivencia a un régimen y a la vez condena a la migración a ser un obligado subgénero de humano que sufre xenofobia, racismo, estigmatización. Puede ser Ecuador, Argentina, Colombia o España, Alemania; la desunión, el control de entidades gubernamentales cubanas a las politizadas asociaciones de migrantes o el miedo de los migrantes a salir de su círculo de confort apuñalan la esperanza y el futuro.
Rescatar el pensamiento martiano de unidad, entenderla como vital para la supervivencia de la comunidad cubana en el exterior, comprender que todos somos iguales pero diferentes, es la única posibilidad real de abandonar el individualismo, el aislamiento y posesionar a los hijos de la nación cubana en la vorágine de los retos contemporáneos.