LA GUERRA RUSIA-UCRANIA. ENTREVISTA REALIZADA AL ANALISTA POLÍTICO,
DOCTOR ALBERTO ROTETA DORADO.
Segunda Parte.
Por: Guillermo Milán, director de Cuba democracia y vida.
Estocolmo. Suecia.-
Cuba democracia y vida presenta la segunda parte de una entrevista al analista político y colaborador especial de esta página,
Doctor Alberto Roteta Dorado, cuyos escritos son siempre muy bien recibidos por los lectores de nuestro sitio, así como por los cientos de seguidores de su Blog personal en Forofilo.net, y otras páginas como Patria de Martí, Baracutey Cubano, etc.
(GM) ¿Cree usted que el ejército ruso, bajo el mando de Vladimir Putin, esté cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad? ¿Los hechos de Mariúpol, Bucha y Makariv pueden ser considerados como genocidios?(Dr. ARD) Vamos a tratar de manera separada las dos preguntas; aunque ambas tienen un denominador común, lo que no significa precisamente que desde el punto de vista conceptual sea lo mismo un crimen de guerra que un genocidio.
Sin duda Vladimir Putin al frente del ejército ruso está cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad. No solo lo creo yo, sino casi la totalidad de la comunidad internacional. En este tema, como sucede con lo de los supuestos triunfos de Rusia, hay una campaña de desinformación dentro de la propia Rusia, cuyo régimen totalitario ejerce el control sobre los medios de comunicación y ha arremetido violentamente contra los que se han pronunciado como defensores de la paz y cese de la invasión a Ucrania. Más del 80% de las edificaciones de Mariúpol están destruidas por los bombardeos rusos; los residentes que quedan en ella, cuya estimación se encuentra entre 100.000 y 160.000, no disponen de agua, gas, electricidad, ni productos de primera necesidad. En esta ciudad fantasma yacen más de 1.200 cadáveres. Estas cifras solo se limitan al caso de Mariúpol.
Con estos elementos podemos referirnos a la categoría de crímenes o delitos de lesa humanidad, toda vez que, conceptualmente, en dicha categoría se incluyen aquellos delitos en los que el perjuicio se inflige como parte de un ataque que puede ser generalizado o sistemático contra una población civil o un extenso grupo poblacional de la misma. Los perjuicios incluyen la muerte, las violaciones, deportaciones, desapariciones, sometimiento a formas de esclavitud, etc.
Creo que en el caso de Mariúpol se puede aplicar sin temor a equivocarnos el término delito o crimen de lesa humanidad, toda vez que tenemos a un grupo poblacional civil extenso que ha sido atacado, y no solo atacado, sino que se ha conseguido el exterminio de más de mil personas, así como el sometimiento forzado a la inmovilidad y la supresión de las necesidades elementales con el agua, la alimentación y la protección del frío. Esta población civil ha sido atacada por razones de naturaleza política, esencialmente, aunque si profundizamos en los móviles de Putin podemos vislumbrar algo más allá de este hecho. Téngase presente que
se trata de un odio desencadenado por motivos de tipo étnico, racial, histórico y cultural. Lo que el asesino de Putin está cometiendo contra el pueblo ucraniano va más allá que la supuesta “defensa” por lo que el cree puede ser una amenaza a la seguridad nacional rusa. Esta es una idea descabellada, carente de sentido, es tan solo el pretexto para volcar toda su maldad y su odio acumulado. Es por estos motivos, o sea, las cuestiones étnicas, culturales y raciales, por lo que en la primera pregunta que me ha hecho traté de ahondar en los antecedentes históricos.
Putin, y muchos que como el se creen superiores, consideran al resto de las naciones que otrora integraron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, parte inseparable de Rusia, y no solo esto, sino que las consideran inferiores desde el punto de vista étnico, histórico y cultural. Esto es aplicable no solo a Ucrania, que es la nación del momento, sino a todas las naciones que integraron la URSS, de modo muy especial aquellas que como Ucrania, Letonia, Lituania, Estonia, etc. asumieron dignamente el verdadero sentido de su independencia al desprenderse definitivamente de Rusia, al abrirse al mundo occidental y alejarse de Rusia, a no depender de las limosnas de Rusia, y considerando todos estos elementos podemos concluir que, efectivamente,
se trata de delitos de lesa humanidad, de modo particular los que han tenido lugar el Mariúpol, aunque al finalizar la contienda, y se puedan determinar con exactitud muchas más acciones similares, se pudiera extender la aplicación de dicha categoría a otros puntos del país. Los 132 cadáveres con huellas de torturas encontrados recientemente en la ciudad de Makariv, en las cercanías de Kiev, es otro ejemplo concreto en este sentido. El Ministerio de Defensa de Ucrania se ha referido a ellos como crímenes de guerra, una categoría que tiene muchos elementos en común con la anterior, o sea con delitos de lesa humanidad, pero que es más específica para asuntos bélicos propiamente dichos, en este sentido, de acuerdo con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, podemos considerar que los actos cometidos en estas dos ciudades ucranianas, a las que me he referido, son al propio tiempo crímenes de guerra, por cuanto fueron acciones dirigidas de modo intencional contra bienes civiles que no pueden ser bajo ningún concepto objetivos militares, además de haber atacado y exterminado a miembros de la población civil. Si a esto se añade que se encontraron pruebas de torturas en los 132 cadáveres de Makariv estamos en presencia de otro elemento incluido en el amplio acápite de crímenes de guerra del Estatuto de Roma, esto es,
la tortura y los tratos inhumanos; aunque la tortura por definición se incluye también en las definiciones de delito de lesa humanidad. Hace apenas unas horas Karim Khan, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, CPI, durante su visita a la ciudad de Bucha, aseguró que existen motivos razonables para creer que se hayan cometido crímenes de guerra en Ucrania, igualmente expresó de modo categórico que
“las evidencias hablarán por sí solas”. También el canciller de Austria, en discusión directa con Vladimir Putin hace unos días, se refirió a los serios crímenes de guerra de Bucha y otras localidades. Recordemos que hasta el presente, según declaraciones de la fiscal general de Ucrania, hay más de 1.200 personas muertas solo en la región de Kiev, igualmente hizo énfasis en las 5.600 investigaciones abiertas por presuntos crímenes de guerra, incluida la barbarie de Bucha. El empleo de sustancias químicas durante uno de los ataques a la población de Mariúpol es otro elemento en discusión actualmente, lo que, de demostrarse, pasará también a la lista de acciones consideradas como crímenes de guerra según las definiciones de Estatuto Romano de la CPI.
Las destrucciones de edificaciones civiles, masacres humanas, torturas y hasta la posible utilización de agentes químicos en diversos puntos de Ucrania serán hechos investigados por la Corte Penal Internacional. Vamos a la segunda parte de la pregunta, una pregunta en sí, aunque en relación directa con esta primera parte,
me refiero a la idea de si los hechos de Mariúpol, Bucha y Makariv pueden ser considerados genocidios. El análisis político se debe hacer siempre sustentado en bases sólidas, dejando a un lado las preferencias, simpatías, etc. de lo contrario vamos directo a la posibilidad de sesgos. No me corresponde afirmar si se trata de genocidios lo que hasta el momento se tiene demostrado en Ucrania; pero tampoco me corresponde ser demasiado conservador y esperar a que las autoridades encargadas de definir estas cosas lo hagan. Voy a remitirme a las palabras de Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, quien recientemente utilizó por primera vez desde el inicio del conflicto el término genocidio y no crímenes de guerra, como ya lo había hecho de manera reiterada. Biden afirmó que se trata de un verdadero genocidio lo que está teniendo lugar en Ucrania; aunque aclaró que la última palabra la tendrían las cortes para determinar su las acciones de Rusia constituyen un genocidio, lo que me parece muy acertado, o sea, ha dado su criterio con firmeza, y luego se muestra más conservador en este sentido, sin dejar de afirmar la idea del genocidio.
Yo creo firmemente que se trata de un verdadero genocidio. Según el Estatuto de Roma de 1998, el genocidio consiste en cometer
actos orientados a destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Los actos que pueden constituir genocidio son
matanzas, lesiones graves a la integridad física o mental, someter a las víctimas a unas condiciones que puedan destruirles físicamente —por ejemplo obligándoles a abandonar sus casas o negándoles el alimento—, impedir el nacimiento de miembros del grupo a través prácticas como la esterilización forzosa, y trasladar a niños a otro grupo. Sucede que esta definición conceptual resulta un tanto ambigua, toda vez que es difícil trazar los límites de destrucción parcial, así como el sometimiento de las víctimas a ciertas condicionantes. Esto ha originado que el término se emplee de manera inadecuada por políticos, organizaciones, activistas, etc., y al propio tiempo que la Corte Penal Internacional sea demasiado conservadora acerca de iniciar procesos en los que se incluyan a líderes políticos como responsables directos o indirectos de acciones que en realidad las podemos percibir como verdaderos genocidios. Si analizamos detenidamente el concepto de genocidio veremos que
lo sucedido en la ciudad de Mariúpol es un ejemplo clásico de lo que podemos definir como genocidio. Se trata de un grupo nacional al que se ha agredido despiadadamente, con premeditación y alevosía.
Se trata de una verdadera matanza a un sector poblacional, y luego a los sobrevivientes se les ha forzado a permanecer refugiados sin posibilidad de acceso a alimentos, agua, electricidad, y de demostrarse, también a la acción de agentes químicos, como ya comenté antes. Aquí se cumple la idea del sometimiento grupal a condicionantes que los pueden destruir físicamente, independientemente del efecto que desde el punto de visto psicológico están siendo sometidas las miles de personas que aún permanecen en estas precarias condiciones. Esto es solo un ejemplo, téngase presente
los actos criminales en la ciudad de Bucha, los que, por definición, son crímenes de guerra, cuando se analiza el fenómeno de manera aislada, esto es, de manera específica para este sitio, para este espacio. Sin embargo, no se puede descontextualizar lo que forma parte de un todo, de un fenómeno de carácter nacional, y Bucha, Mariúpol y otros pueblos en menor medida, forman parte de esa gran nación que es Ucrania, en la que se están cometiendo los más terribles crímenes. Estoy convencido que Vladimir Putin será juzgado y sentenciado, en su momento,
será sentenciado como lo que realmente es: un criminal, un asesino sin escrúpulos, un ser que ha perdido sus principios, si es que los tuvo alguna vez. Ya sabes que no soy de palabrotas e insultos, eso se lo dejamos a los “famosos” influencer que tanto gustan en la actualidad; pero en estas últimas palabras mías va el mensaje de lo que realmente es este señor y que usted, como director-editor me dio luz verde para decir lo que quisiera, incluida alguna palabrota contra Putin.
Sé que me he extendido demasiado, pero su pregunta se las trae.
Incluir en un mismo punto temas tan polémicos y difíciles como Crímenes de guerra, delito de lesa humanidad y genocidio es todo un reto. (GM) A través de la historia siempre se ha tenido muy presente la opinión y la actitud en sí de la Iglesia Católica, mediante su máximo representante, la figura del Papa. Francisco, el Papa actual, es un personaje demasiado controversial dadas las múltiples muestras de su simpatía con líderes y gobiernos de izquierda. ¿Cómo ve usted la participación del Papa Francisco en este grave conflicto? (Dr. ARD) Francisco se está comportando como suele hacer casi siempre ante los grandes conflictos políticos. Se remite a la idea de la oración necesaria, según su opinión, y dedica unas frías y breves palabras en alguna de sus homilías o sermones.
En el caso de la guerra Rusia-Ucrania no ha sido diferente. En su reciente homilía, durante la celebración del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro, propuso una tregua durante la Pascua, pero no para retomar los combates, sino para que llegue la paz. Con esto queda bien con los seguidores de la iglesia. Muy lírico, muy poético, pero al final tengamos presente que
ha evitado referirse a Rusia, y aún más, de emitir algún juicio contra Vladimir Putin; independientemente de que se ha ofrecido para las negociaciones en torno a la paz. Hace algunos años, cuando vivía en Estados Unidos, hacia el final del 2016 se publicó en CubaNet un escrito mío con el título: “comunistas y cristianos, la nueva utopía del Papa”. En este escrito cité textualmente las palabras de Francisco para una entrevista en una revista italiana, en la que se le preguntó acerca de su posible comunión con las ideas de tipo marxistas. Para asombro de todos el Papa expresó que
su respuesta siempre había sido que, en todo caso, eran los comunistas los que pensaban como los cristianos. “Cristo habló de una sociedad donde los pobres, los débiles y los excluidos puedan decidir. El pueblo, los pobres que tienen fe en el Dios trascendente son los que tienen que ayudar a lograr la igualdad y la libertad”, citando parte de las palabras del Sumo Pontífice. Es cierto que las palabras atribuidas a Jesús, el Cristo, según el evangelio de Mateo, demuestran la grandeza de aquel que, despojado de las trivialidades terrenales, supo ofrecer un mensaje edificante, muy distinto a los conceptos de los comunistas y cristianos actuales: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”; pero esto es una cosa y otra bien diferente es que se asocie el mensaje del Cristo Redentor, que por estos días rememoramos durante la Semana Santa, a las disparatadas y aberradas concepciones de los comunistas.
Después que conocí el pensamiento de Francisco, y específicamente mediante esta idea de que“son los comunistas los que piensan como los cristianos”, supe que cualquier cosa sería posible si de Francisco se trataba. No expreso nada más en torno al asunto porque no me corresponde juzgar, ni herir susceptibilidades, ni atacar a quien, se supone, sea el “representante” de Dios en la tierra. Creo que con mi silencio queda dicho todo. (GM) ¿Por qué precisamente Ucrania y no Moldavia, Lituania, Letonia o Estonia? (Dr. ARD) Esta pregunta está en relación directa con la primera interrogante de la primera parte que ya se publicó antes. Hay que ir a los antecedentes dentro de un contexto histórico que, lamentablemente, ha pasado por momentos muy duros, hasta el punto de hacer depender a Ucrania de la desaparecida URSS, de la que fue parte mientras se mantuvo el comunismo soviético. Pero, independientemente de esto,
Ucrania es la joya ambicionada por Putin. Su situación geográfica es favorecedora para acceder directamente a Rusia, y esto es algo que tiene a Putin con los nervios de punta. Su obsesión ha llegado a límites, la idea de posibles ataques al actual imperio ruso, al parecer, ha pasado demasiado por la enfermiza mente de Putin, y Ucrania es el sitio estratégico para esas imaginativas escenas de ataques del mundo occidental. Es el lugar por donde se han logrado concretar varias invasiones que han pasado Rusia, desde los tiempos de Napoleón, hasta los nazis. Por otra parte,
en Ucrania se concentra la mayor población ruso-parlante fuera de Rusia, algo que tiene sus orígenes en un pasado convulso, muy anterior a la etapa comunista. Con la caída del Hetmanato en 1764, la mayor parte de la actual Ucrania (norte, sur y este) quedó bajo el dominio del Imperio ruso, y el idioma ucraniano fue discriminado sobremanera, experimentando luego un ligero y breve renacer tras la independencia de Ucrania. No obstante, con la etapa de rusificación cultural emprendida durante la época del comunismo, nuevamente el ucraniano sufrió persecución, quedando degradada su condición, y esto, aunque parezca absurdo,
es otro elemento más que hace que una mente maligna y enferma como la de Vladimir Putin, considere a los ucranianos parte de su actual imperio, hasta por el simple hecho de que el 30% de la población del país hable el ruso como lengua nativa, cifra que alcanza récord en Crimea con más de 77% de su población hablando el ruso. A estos elementos históricos y geográficos hemos de añadir sus riquezas naturales. No por gusto le llaman el granero de Europa. Ucrania se sitúa, junto a Rusia, entre los cinco mayores productores de cereales del mundo, según la FAO. Es el cuarto exportador mundial de maíz y el cuarto de trigo. El 40% de las ventas internacionales de aceite de girasol procede de empresas ucranianas.
Téngase presente, además, que parte del propio ejército ucraniano formaba la nómina del gran ejército de los tiempos de la URSS, amén del arsenal de armas nucleares, las que, junto al ejército, y hasta la limpieza de Chernóbil, tuvieron que ser repartidas a la hora de la separación definitiva de Ucrania en los inicios de los noventa del pasado siglo XX. El Doctor Pablo de Orellana, experto en temas sobre Rusia, considera que
Putin practica un tipo de nacionalismo llamado de exclusividad étnica. Según el, “ahora, con esta invasión, esto se vuelve más grave, porque ha caído en una clásica trampa nacionalista. Está forzado a utilizar cualquier método para ganar porque si no quedará deslegitimado ante su propia gente”. Según Orellana, Putin cree firmemente que los rusos solo estarán seguros si están bajo su control, a lo que yo añado:
y con el dominio de Ucrania, por el momento, toda vez que su mentalidad imperialista no podrá detenerse. La trilogía de Lituania, Letonia y Estonia, cuyos gobiernos democráticos han desafiado las temerarias amenazas de Rusia, una vez disuelta la URSS, pudieran ser candidatas para complacer sus inquietudes expansionistas; pero con esto tendrá que ir con mucho cuidado porque estas naciones integran la OTAN desde marzo de 2004. Ucrania sufrió entre 1921 y 1923 una de las más crueles represiones por parte de Lenin, amén de una terrible hambruna cuyas cifras de muertos se estiman entre 300.000 y un millón de personas. Luego se repitió la historia entre 1932 y 1933, lo que se conoce como el Holodomor (muerte por hambre) de Ucrania, cuya responsabilidad máxima corresponde a Stalin, las investigaciones más recientes han llegado a un consenso de una cifra cercana a los 3,9 millones de muertos en Ucrania. De los cuales, 3,5 millones se produjeron en zonas rurales y 400.000 en ciudades.
Ahora Putin pretende replicar la matanza de sus predecesores. Se trata de una misma ambición en circunstancias contextuales diferentes; pero con estrategias similares, cuyo fin último es aniquilar al pueblo ucraniano. Por estas razones, y por otras tantas, considero muy justas las sendas sanciones económicas que han logrado aislar completamente a Rusia y dejarla devastada desde el punto de vista económico. Igualmente me ha parecido muy justo, y necesario, que
Rusia fuera suspendida como parte del Consejo de Derechos Humanos por parte de la ONU, en una votación que contó con la aprobación de Estados Unidos, los países miembros de la UE, varias naciones latinoamericanas, entre otros, y que lamentablemente,
contó con la oposición a dicha suspensión de la crema de la maldad del mundo: China, Cuba, Irán, Nicaragua y Siria, entre otros. Final.