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Mensajes - Dr. Alberto Roteta Dorado

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                                                LA ULTÉRRIMA REALIDAD DE LO ABSOLUTO
                                         SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE MANUEL MARTÍNEZ MÉNDEZ:
                                                       Primera Conferencia. (Primera Parte)


             Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito, Ecuador.

“Tengo la completa seguridad de que lo que dejo expuesto es hijo de mi propia experiencia y de mis mismo, pues el concepto de cómo surge la vida en tanto que la revelación del Ser, es una visión y una experiencia, vivida y experimentada por mí mismo. Ha sido una dádiva de lo Divino a lo humano, del cielo a la tierra.”

Manuel Martínez Méndez.
26 de Junio de 1966.

Desde que conocí por vez primera los escritos de Manuel Martínez, entre 1989 y 1990, surgió la curiosidad – algo común en los jóvenes, y cuando aquello, yo era muy joven -por conocer de que trataban sus artículos. Luego me aproximé a algunos de ellos, e inmediatamente la curiosidad quedó transmutada en admiración. ¿Cómo era posible que tuviera en mis manos las obras de este ser de tan elevada espiritualidad? ¿Cómo habíamos tenido los cubanos y los cienfuegueros a un hombre de tales dimensiones sin habernos dado cuenta de ello? ¿Cómo es posible que los que se acercan a enseñanzas espirituales se dispersen entre cosas menores, sin trascendencia alguna y desconozcan por completo el legado del más grande de los pensadores de la ciudad de Cienfuegos?

Manuel Martínez Méndez, de origen asturiano se radicó en Cienfuegos, como otros españoles de su tiempo, supo entrar en la vida del comercio llegando a tener propiedades y hasta una tienda que tenía por nombre “La Filosofía”. Pero su mejor inversión fue, sin duda, la creación de la Fundación Cultural Oasis Teosófico-Martiano en el año 1950. Perteneció a la Sociedad Teosófica hasta su muerte, ocurrida en Mayo de 1976; así como a otras instituciones y organizaciones que le permitieron ocupar lugares destacados en el ámbito de la intelectualidad de su tiempo. Lamentablemente, hace pocos años, las autoridades del gobierno cubano actual pretendieron cerrar la sede de la Fundación por él creada, así como callar a todo aquel que presente su enseñanza; recordemos que su obra no sigue los patrones de la llamada filosofía marxista-leninista, que es la forma oficial de pensamiento filosófico impuesta en la Cuba de la segunda mitad del siglo veinte hasta nuestros días. Pero tengo la convicción de que un día su obra será reconocida y se le considerará en el justo lugar que le corresponde por derecho propio. Dudo que los interesados en la historia de nuestra localidad puedan adentrarse en su inmensa obra ya que carecen de la formación adecuada para poder comprender sus enseñanzas y además cualquier valoración que se haga desde la perspectiva del marxismo solo contribuirá a destruir la colosal obra de Manuel.

Toda la enseñanza de Martínez gira en torno a un eje fundamental: la reflexión acerca de la Ultérrima Realidad de lo Absoluto. Sostuvo la premisa de que todo análisis o reflexión de cualquier problema filosófico o antropológico debe partir de una comprensión de esta Ultérrima Realidad, en este sentido afirmó: 

“La Seidad Absoluta es la unidad primaria. En esta unidad primaria yace todo el Universo en estado potencial –arquetipos en tanto que ideas - . De ahí la necesidad de partir de esta unidad primaria para cualquier concepción ulterior del universo.”

Desde esta concepción, fue capaz de hacer los análisis más profundos de diversas categorías y leyes desde la óptica de la comprensión inicial de la Realidad Primaria. Pero ¿cómo esta Realidad Absoluta puede originar todo lo relativo sin fraccionarse y poder continuar siendo una Absolutidad? En su ensayo metafísico: “La Aseidad Absoluta o la Ultérrima Realidad de lo Absoluto y sus tres atributos por medio de los cuales se expresa y actúa”, escrito el  7 de Enero de 1971, se cuestiona esto y nos ofrece la siguiente sentencia:

“La idea de que lo uno se exprese como múltiples sin que lo uno tenga que fragmentarse para dar existencia a lo múltiple constituye uno de los más profundos problemas metafísicos”.

Esta Seidad permanece eternamente en su condición de Absolutidad. Jamás pierde nada de sí, es plenamente incondicionada, no se fragmenta para dar origen a lo relativo, y sin embargo es el Padre-Madre de todo lo existente en los niveles de la manifestación en condiciones limitadas, temporales y más o menos fugaces. Esto de debe a lo que Martínez ha definido como el poder emanador de la Seidad. Esta Seidad lanza a la manifestación todo de manera ideal, de ahí que en las tradiciones esotéricas del oriente se diga que el Gran Aliento asuma el carácter de Ideación Pre-Cósmica, cuya ideación tiene lugar, como es lógico, en el seno de la Realidad misma, en niveles inmanifestados.

Cuando Manuel nos dice que la Seidad Absoluta “es el corazón de todo modo de existencia”, se está refiriendo a que todas las cosas expresadas en lo relativo, al haber sido emanadas por la Seidad Absoluta, tienen su origen en el seno de esa Realidad, claro, un origen ideal, como la formulación de una idea o concepto que no se llega a objetivar o a plasmar en niveles de materia atómica, hasta que la Deidad Solar o Logos , no las asume como suyas desde el centro de esa Realidad, que las idea y las emana. De ahí que, Martínez insista en que todo lo relacionado con el hombre, con las unidades de vida-conciencia o mónadas, con las diversas Deidades o Logos menores, así como con la Deidad Solar debe ser analizado desde el punto de vista de la Seidad Absoluta y desde la óptica tanto de lo Absoluto en sí, como de lo relativo, que constituye su aparente contrapartida; pero que en realidad no es más que su expresión.

La emanación de  lo ideado implica que dichas ideas contengan en estado potencial todo cuanto han de expresar luego en el devenir de la evolución cósmica, universal e individual a través de lo que Martínez ha llamado el dual proceso de la involución y evolución. Pero todo parte de la Absolutidad que es solo donde  existe la posibilidad de ideación y emanación:

“Todo punto de partida radica en lo que designamos como  la Ultérrima Realidad de lo Absoluto o de Aquello en lo cual existe toda posibilidad, pero solo en potencia y por medio de lo relativo, lo emanado y lo creado, por lo Absoluto, por el Padre-Madre coeternos, que son los únicos que pueden emanar lo relativo e individual, que son las mónadas evolucionantes o los arquetipos en tanto que ideas o emanaciones de la Seidad Absoluta”.

En un análisis de la Seidad Absoluta o Cósmica no puede dejar de tratarse el tema de los atributos o modos elementales de su expresión, cuyos modos le permiten la expresión en lo relativo. De ahí que Manuel insista en esta capital idea cuando expresa: 

“La Aseidad es la más primaria unidad; pero de ella se derivan sus eternos atributos, por medio de los cuales puede dar existencia a lo relativo”.

Estos eternos atributos de la Seidad o Aseidad constituyen los tres modos o aspectos a través de los cuales la Seidad Cósmica se nos puede revelar, y con esta revelación que tiene lugar gracias a su poder emanador puede expresarse en lo relativo, o lo que es lo mismo, todo lo relativo es una expresión de la revelación de la Aseidad Absoluta. Estos atributos son: el aspecto o atributo Ser, que para Martínez es Sentido o Conciencia; aunque es preferible  utilizar el término Raíz de la Conciencia, al expresarnos mejor su verdadero significado. Por otra parte el atributo No-Ser, o Substancia Primordial, visto por Martínez como la Madre Cósmica, equivalente a  Mulaprakriti  , la raíz del poder, aquel elemento del Absoluto que sirve de base o de fundamento a todos los futuros planos objetivos del Universo y por último la Eterna Actividad o la Eterna Acción. Para  Manuel Martínez no hay diferencias respecto a la supremacía de uno u otro aspecto. En sus numerosos artículos podemos encontrar algunos dedicados casi por completo a destacar el papel  del segundo de los atributos o No-Ser, al considerar que se ha especulado demasiado sobre el Ser, dejando a un segundo plano el aspecto No-Ser.

Para la comprensión de la Ideación Pre-Cósmica se basa en el  aspecto Acción y en su papel determinante para la relación necesaria entre Ser y No- Ser. Esta Acción o Eterna actividad, representa al Movimiento Intracósmico o la Acción Ideadora de la Realidad, gracias a la cual, el Ser deposita los gérmenes eternos o semillas arquetípicas en el seno del No-Ser, que es donde se lleva a efecto el proceso de ideación para la futura emanación de todo arquetipo o idea. Martínez nos presenta al Movimiento, influenciado tal vez por las doctrinas esotéricas del antiguo oriente, cuyas enseñanzas han sido expuestas magistralmente por la mística rusa Blavatsky en su Doctrina Secreta. Manuel Martínez no le llama precisamente Movimiento en muchos de sus artículos; sin embargo al conceptuarlo podemos inferir que se trata de esta condición: “más la acción o poder que le permite actuar y relacionarse con el No-Ser”. Dicho movimiento sirve como puente de unión entre los dos modos elementales de la Seidad Absoluta; pero no solo un lazo de unión, sino una posibilidad de accionar de estos dos aspectos. Así, el aspecto Ser del Absoluto “siembra los gérmenes o semillas de los arquetipos en tanto que ideas” en el seno más recóndito de su contrapartida: el No-Ser. De esta forma este accionar pasa a ser  el tercer elemento primordial de la Eterna Realidad o Seidad Cósmica. De esta forma todo lo expresado en la manifestación, todo lo relativo, temporal, condicionado es la consecuencia de todo este poder ideador y emanador de la Realidad y del accionar de estos tres modos elementales de expresión de la Realidad Una. Esto permite que lo Absoluto se refleje como relativo y múltiple.

He de detenerme, antes de continuar con cualquier otra aclaración o comentario sobre las ideas expuestas por Manuel Martínez en su constante reflexionar sobre la Realidad Primaria o Última, en los términos utilizados por él para referirse al Absoluto. Nos encontramos así, como el más usado, es el de Seidad, con frecuencia agrega el término Cósmica a Seidad y la llama entonces la Seidad Cósmica, suele emplear también los términos Padre-Madre coeternos, la Ultérrima Realidad de lo Absoluto y con menos frecuencia el Absoluto. En su última etapa de creación decidió referirse a la Seidad Cósmica con el término Aseidad, y en este sentido merece citarse el siguiente comentario tomado de su ensayo: “La Aseidad Absoluta o la Ultérrima Realidad de lo Absoluto y sus tres atributos por medio de los cuales se expresa y actúa”

“El nombre Aseidad contiene al Ser, al No-Ser, más la acción o actividad sin cuyo poder al ser no le sería posible poder actuar sobre el No-Ser, es decir, sin el movimiento no puede existir ninguna otra actividad, que es el proceso o devenir cósmico, el universal y el individual”.

Esta postura filosófica asumida con valentía, por cuanto, crea un término o al menos lo aplica a un concepto extremadamente estudiado por los filósofos de todo tiempo y lugar, nos da la medida del alcance de este hombre, que desde el silencio de su querida ciudad, inmerso en sus meditaciones filosóficas desde el Oasis Martiano, era capaz de rectificar un vocablo o término. Además de la idea expresada antes respecto al por qué del uso del término Aseidad, hemos de estudiar la idea aparecida en dicho artículo, que cito a continuación:

“Cuando nos referimos a esta Ultérrima Realidad lo hemos hecho con diferentes nombres, siendo el más usado el de Seidad Absoluta, el cual no es del todo adecuado, pues Seidad se refiere a algo que es un Ser y esta Ultérrima Realidad es más que Ser, pues el ser es un atributo de la misma.”

(Continuará).

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                              Reflexiones martianas sobre Filosofía e Historia de la Filosofía.
                              Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quinsaloma, Los Ríos. Ecuador.


José Martí se graduó de licenciado en filosofía y letras en la Universidad de Zaragoza, ejerció el magisterio en colegios y universidades de Guatemala y Venezuela y nos dejó notas y algunos ensayos, a través de los cuales podemos acercarnos a su pensamiento filosófico. Sus cuadernos de apuntes, sus juicios, sus múltiples ensayos dedicados a figuras de la historia, en relación con la filosofía, la ciencia y la religión, resultan imprescindibles para comprender su pensamiento  desde el punto de vista filosófico, y valorar las apreciaciones que hizo de notables figuras y de diversas tendencias filosóficas de todos los tiempos, desde la filosofía antigua griega hasta el evolucionismo antropológico de Spencer. 

Son múltiples las definiciones sobre filosofía. Desde sus orígenes mismos en el mundo occidental, en territorios jónicos y de la Magna Grecia hasta nuestros días con las ediciones de numerosos manuales y tratados, el concepto de filosofía ha evolucionado y adquirido matices a través del tiempo; sin embargo nos detenemos muy poco en las consideraciones que han hecho nuestros pensadores acerca de esta antigua rama del saber. Nuestro José Martí hace una definición conceptual muy precisa y con un extraordinario sentido científico, así, en sus “Juicios”, sobre filosofía nos expresa:

"Filosofía es la ciencia de las causas. Conocer las causas posibles, y usar los medios libres y correctos para investigar las no conocidas, es ser filósofo".

Dentro de estas valoraciones martianas, merece ser destacada también su constante recurrir a la idea de las relaciones y de las analogías, así nos expresa: "Filosofía es el conocimiento de las causas de los seres, de sus distinciones, de sus analogías y de sus relaciones".  Con esta definición, podemos valorar el profundo conocimiento del apóstol, fruto de su formación académica y de su sentido intuitivo al conducirnos al origen mismo del surgimiento de la vida, en tanto que de la forma, con la aparición de seres diversos, expresados en la multiplicidad y al propio tiempo con elementos comunes, que los enlazan y relacionan a través de la correspondencia, lo que sugiere un mismo punto de partida, un sentido unitario, una comunión de todas las almas, idea expresada desde siglos atrás por Plotino y Platón, y luego sistematizada más reciente por la rusa Blavatsky.  Investigar esta comunión de rasgos o elementos esenciales en la gran diversidad es tarea del filósofo, la búsqueda a través de la analogía y correspondencia, analogía convertida  en verdadera ley  y asumida por las doctrinas orientales desde tiempos inmemoriales y renacida para el mundo del occidente en el siglo diecinueve. Esta idea de las relaciones que se establecen entre los seres la resalta de nuevo Martí en su prólogo al “poema del Niágara” de Juan Antonio Pérez cuando expresa: "La filosofía no es más que el secreto de la relación de las varias formas de existencia". 

Si continuamos analizando sus valoraciones en torno a la filosofía podemos encontrar en “Juicios” - acápite dedicado a la filosofía- una distinción entre filosofía física y metafísica y critica la metafísica por considerarla irracional: “Es irracional puesto que las leyes de las cosas deben deducirse de la observación de las cosas: he aquí el error de la metafísica.”   Sin embargo, precediendo a esta afirmación sostuvo:

"Al estudio del mundo tangible; se ha llamado física; y al estudio del mundo intangible, metafísica. La exageración de aquella escuela se llama materialismo; y corre con el nombre de espiritualismo, aunque no debe llamarse así, la exageración de la segunda".

Pero Martí, en etapa anterior de su vida, mientras estudiaba en España, se había identificado con la metafísica cuando la definió como: "el conjunto de verdades absolutas que sirven de leyes explicativas y fundamentales a todos los conocimientos humanos" . De ahí que podamos afirmar que independientemente de una aparente crítica, nuestro Apóstol hace una valoración precisa de lo que es la metafísica y la sitúa en el justo lugar que le corresponde, es decir, como la base de todo el saber ulterior humano; por cuanto, parte de verdades absolutas expresadas como las más grandes abstracciones filosóficas. Por otra parte, considera a la filosofía como todo un sistema de integración y no como una simple sumatoria de observaciones y cuestionamientos. Para Martí existía la filosofía, como también existía la religión, y la filosofía no puede ser dependiente y sierva de la religión:

“No puede haber una filosofía, como no puede haber una religión: hay la filosofía y la religión. Aquella es el volver constante de los ojos del hombre hacia las causas de lo que en sí siente y en torno suyo y más lejos muévese y ve; esta es la aspiración de todos los seres, idéntica en todos los pueblos, común a  existencia en que sea cosa real lo que allí vagamente te concibe, poéticamente te exagera e inflexiblemente te necesita”. 

Estas definiciones martianas  nos demuestran su condición de filósofo, de pensador extraordinario y no de un escritor filosófico, idea un tanto vaga a la cual se acude en ocasiones al intentar definir la postura filosófica de Martí. Un escritor filosófico toma elementos referenciales, recrea una idea y puede hacer una valoración. José Martí  asume una actitud de crítica a partir de conceptos suyos, los cuales son de una gran profundidad y demuestran no solo su saber enciclopédico, sino su sentido visionario y su intuición creadora, que se evidencia cuando nos ofrece su definición conceptual del Universo, al  asumir aspectos esenciales de la filosofía de varios  sistemas o tendencias y refuta con seguridad y precisión lo que considera errores filosóficos.

Analizado el concepto de filosofía según la enseñanza de Martí y precisando su condición de filósofo, hemos de detenernos ahora en sus valoraciones acerca de la historia de la filosofía.  Las definiciones que hace sobre historia de la filosofía pueden considerarse  muy adelantadas a su tiempo, no copiadas de los tratados tradicionales de esta materia, sino fruto de sus reflexiones. Estas enseñanzas corresponden a la etapa de su vida en que ejercía el magisterio en Guatemala. Analizando fragmentos de sus “Juicios” sobre filosofía, he encontrado una frase determinante para poder afirmar que esta definición fue hecha por Martí mientras desempeñaba el cargo de catedrático de la Universidad Central de Guatemala, así como profesor de su Escuela Normal.  Precediendo al concepto que a continuación cito, aparece la frase: <Comentando esta acepción de la Historia a mi misión en esta cátedra>. Y luego es que nos encontramos este análisis conceptual sobre historia de la filosofía:

“Historia de la filosofía no querrá decir exposición de los diversos sistemas filosóficos, porque eso, dicho de ésta, lleva exposición y no es historia. Quiere decir estudio de los orígenes, desarrollo, estado actual, porque el probable venidero no me compete, de los conocimientos filosóficos, enumerando sus accidentes, sus adelantos, sus reacciones, las razones que ha habido para cada una de estas variantes y el espíritu sucesivo que los ha ido determinando y modificando“.

José Martí no ofrece una visión de la historia de la filosofía como una simple presentación estática de figuras y tendencias a través de los siglos de pensamiento filosófico. Para Martí la historia de la Filosofía es mucho más que esta serie secuencial de sistemas, para él hay que acudir a los hechos que determinan la existencia de dichas tendencias o movimientos filosóficos a través de las edades, es decir, las causas mismas, los elementos que se distinguen dentro de una escuela, y que serán asumidos en su esencia,  por la escuela siguiente, lo que algunos han llamado  principio del historicismo, y que el apóstol lo deja muy bien definido cuando expresó:  "las razones que ha habido para cada una de estas variantes y el espíritu sucesivo que los ha ido determinando y modificando".    Así, el Maestro nos presenta un concepto dinámico, carente de estaticismo, como suele percibirse con frecuencia cuando se revisan definiciones conceptuales de historia de la filosofía.

"¿Qué será pues, Historia de la Filosofía? Ciencia moderna debe conformarse a la acepción moderna de la historia. Antes se asignaban hechos; ahora se encadenan y razonan. Antes se narraba. Ahora se traba, se funde, se engranan los sucesos y  explican".   

Finalmente, en relación con esta definición, sabiamente expone: "Historia   de  la Filosofía es pues el examen crítico del origen, estados distintos y estados transitorios que ha tenido, porque ha llegado la filosofía a su estado actual".

Sobre el autor.

Dr. Alberto Roteta Dorado. Cienfuegos, Cuba. Nace en la sexta década del siglo pasado. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología y M.G.I. por la Universidad Médica de Cienfuegos. Licenciado en Medicina por Universidad Médica de Madrid. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología, se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Teosófico-Martiano”, desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Actualmente colabora con temas de corte social en varias publicaciones, de manera especial Cubanet, así como, para el Foro de Filosofía del sitio Forofilo.net, con artículos de temática filosófica y martiana. Su Blog personal aparece en el sitio Forofilo.net.

Fuente.
Archivos del autor. De la serie dedicada al pensamiento filosófico de José Martí.

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                         El Neoplatonismo. Síntesis y esencia del conocimiento filosófico.
                                                             (Segunda parte)
                                                 Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.

            Las Hipóstasis de Plotino. Teoría de las Emanaciones como eje fundamental de la enseñanza de Plotino.

Para el Neoplatonismo la Realidad Última del universo era lo Uno, lo perfecto, lo incognoscible e infinito, del  Uno emanan varios planos de realidad, siendo el Nous o Inteligencia Divina, el más elevado. Del Nous deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos. El alma universal se concibe como una imagen del Nous, del mismo modo que el Nous es una imagen de lo Uno; de esta forma, tanto el Nous como el alma universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma substancia, es decir,  consubstanciales con lo Uno. Dichas sucesivas emanaciones a partir de lo Uno han sido denominadas Hipóstasis, constituyen la esencia de la enseñanza del Neoplatonismo desde el punto de vista de su concepción cosmológico-religiosa.

Más allá del mundo sensible, Plotino afirma la existencia de tres hipóstasis. Por encima de todo, incluso por encima del ser y de toda idea, está el Uno Absoluto, inspirado en la idea del Bien platónico y bajo la influencia de las filosofías orientales, las que conoció directamente durante su estancia en territorios persas. Lo Uno tiene un carácter trascendente a todo ser del que tengamos experiencia. En esta Realidad Una resulta imposible concebir cualidades o atributos, como diría en nuestros días Martínez Méndez, es algo que no puede predicarse, conceptuarse y solo puede ser sentido, intuido y experimentado. Desde el momento en que lo definimos o conceptualizamos lo estamos convirtiendo en algo particular, cuando realmente es Universal y va más allá de toda definición o atribución. A diferencia del Logos, su emanación, no podemos atribuirle el pensar, la voluntad o la actividad, sin embargo reúne en sí mismo como Absolutidad toda actividad, voluntad y pensamiento de forma ideal o arquetípica.

El Absoluto es pues para Plotino, la primera de las tres hipóstasis de su sistema emanatista, el punto de partida de la «procesión» de las otras dos hipóstasis que emanan de su propia superabundancia. Es el Dios Uno, que no admite ningún otro calificativo que no sea la idea de lo Uno, desde aquí proceden varios escalones del ser en un sentido descendente, que desde el centro se dirigen hacia la imperfección, pero como emanación, es decir,  saliendo desde su propio Ser, como idea arquetípica que lleva la esencia de Aquello que le ha emanado.

Esta idea de la  emanación neoplatónica difiere completamente de los conceptos judeo-cristianos acerca de la creación del mundo. Téngase presente que históricamente, esta filosofía se desarrolla conjuntamente con el Judaísmo, con sus conceptos antropomórficos de Dios y sus cualidades de voluntad de castigo y temor infundido a los hombres, y por otro lado con el Cristianismo naciente que fue – al menos en sus inicios- más judaico que cristiano, al heredar las tradiciones, costumbres y dogmas de su predecesora religión. Para el Neoplatonismo, lo Uno tiende a expandir su propio ser, que irradia como una fuente de luz o de calor. Esta expansión o emanación no es, pues, en nada semejante a la noción judeo-cristiana de creación, sino que la concibe como irradiación necesaria del Uno, entendido como único principio de realidad.

“Podemos hablar de él, pero no expresarlo”. – Afirma Plotino en su “El uno y la teología negativa”, de las Enéadas – “No tenemos de él ni conocimiento ni pensamiento. --¿Cómo podemos hablar de él si no lo conocemos? --Porque sin aprehenderlo por el conocimiento, no nos quedamos del todo sin aprehenderlo. Lo aprehendemos lo suficiente para hablar de él, pero sin que nuestras palabras lo expresen en sí mismo. No decimos lo que es, sino que decimos lo que no es. Hablamos de él al hablar de las cosas que le son inferiores. Pero nada impide que lo aprehendamos sin expresarlo con palabras. Igual que los inspirados y los posesos ven hasta un cierto punto que tienen en sí algo más grande que ellos; no ven lo que es, pero de sus movimientos y de sus palabras sacan un cierto sentimiento de lo que los mueve, aunque estos movimientos sean distintos de lo que los mueve. Y parece que nosotros tenemos una relación análoga con él. Cuando alcanzamos la inteligencia pura y podemos usarla, vemos que él es la intimidad misma de la inteligencia, el que da la esencia y sus elementos. Él no es nada de todo esto, es superior a lo que nosotros llamamos el ser, es demasiado alto y demasiado grande para ser llamado ser. Superior al verbo, a la inteligencia y a la sensación, puesto que él las ha dado, no es ninguno de ellos.” *

Este Uno perfecto, es inefable e indefinible, porque es tanto No-Ser como Ser, más allá del Ser, y carente de toda determinación finita. En cuanto que no puede tener determinaciones. Es Eterno, sin límites e inmutable.  “Más allá del espacio y el tiempo y los centros de experiencia”, según el “Viveka-Suda- Mani”.  Tampoco puede pensarse, ya que el pensar supone una dualidad entre lo pensado y el pensamiento.

De esta primera hipóstasis surge, como emanación divina, no como creado, sino como emanado, el Nous o Intelecto, la segunda de las Hipóstasis, que representa al Logos, y que Plotino lo asocia al Demiurgo Creador propuesto por Platón. Este intelecto, como el Logos  o el Verbo de Filón, es la sede de las ideas platónicas. El hecho de haber sido emanado desde el seno de lo que representa la Primera de las hipóstasis, es decir, el Uno Absoluto, constituye el eje fundamental de la enseñanza de Plotino y del Neoplatonismo. Emanar significa sacar de sí mismo, pero como Idea, como pura abstracción, significa pues que la Realidad no ha creado en sí, sino proyectado desde sí misma sin perder su absolutidad, lo que Plotino trata de explicar a través del símil del Sol, el Sol ilumina y solo muestra algo de sí, sin que por ello, cambie, sufra modificaciones.  Esta segunda hipóstasis o segunda emanación, se corresponde con El Tercer Logos de la filosofía esotérica expuesta por madame Blavatsky en su <Doctrina Secreta>, es decir, la Ideación Cósmica, Mahat o Inteligencia, el Alma Universal del Mundo; el Nóumeno Cósmico de la Materia, cuya principal característica es conocerse a sí mismo y, en este sentido, ya no es lo Uno, sino que supone la dualidad entre lo inteligible y la inteligencia. Es el Logos mediador entre Dios y el mundo, que ya había expuesto Filón, y puede ser comprendido como el <discurso de Dios o la sabiduría divina que es inmanente al mundo>.

A diferencia de Platón, Plotino afirma que las Ideas, lo inteligible, no le son superiores, ni tampoco exteriores a este Nous. En efecto, las Ideas forman una unidad con el intelecto, que se autodescubre y desarrolla examinándolas, siendo radicalmente uno-múltiple. Plotino dio a esta segunda Hipóstasis otra connotación, una forma de inteligencia en estado puro, una especie de mundo platónico de las ideas en que todas las nociones son preexistentes. Es precisamente, en este nivel de realización donde se encuentran todo el saber y todo el conocimiento.

A su vez, el Alma del mundo es la tercera hipóstasis que procede del Nous y engendra las diversas almas individuales. El Alma es primariamente el Alma del mundo, que mantiene una unión entre todas las cosas mediante un proceso de atracción, se correspondería con el Alma Cósmica de la que habla Platón en el Timeo, aunque a diferencia de Platón que solo concibe un Alma, Plotino se refiere a dos, o al menos a una dualidad, una superior y otra inferior. La primera estaría más cerca del Nous y no en contacto directo con el mundo material, reside en lo eterno, mientras que la segunda, engendro del alma primera, sería el alma real del mundo fenoménico, es la que genera las cosas sensibles.  Esta alma es incorpórea e indivisible y constituye el vínculo entre el mundo suprasensible y el mundo de los sentidos, está orientada no solamente hacia lo superior, hacia el Nous, sino hacia lo inferior, hacia el mundo de la naturaleza. Es en el Alma donde la eternidad se transforma en tiempo.  El Alma transmite lo inteligible, propio del dominio lógico-dialéctico de la segunda hipóstasis, a lo sensible y, a su vez, vincula lo sensible no sólo con lo inteligible, sino con lo Uno.

En esta vinculación con lo sensible Plotino insiste en la noción de materia inteligible, ya que para él la materia no se limita a formar el mundo sensible, sino que es el principio que permite la introducción de la multiplicidad en la unidad. Téngase presente no solo la influencia de las enseñanzas de Platón, sino de las filosofías orientalistas, que se refieren a <una identidad fundamental de todas las almas con el Alma Suprema y Universal>, de la que son un reflejo y por lo tanto, proyectan la esencia de su naturaleza.

En el Neoplatonismo, el mundo fenoménico debe toda la realidad que posee en los planos materiales de la manifestación a su participación en el mundo de las ideas que están en el Nous  Verbo o Logos, pero estas ideas no operan en el mundo sensible y no tienen ningún tipo de relación directa con él, de tal modo que Plotino llegó a esbozar la teoría de “reflejos de reflejos", con la explica que cada una de las emanaciones es un reflejo o proyección, pero no una creación, de la que la precede. Las ideas están contenidas en el Logos, que es propiamente el agente creador, concebido por Filón como el <pensamiento y la palabra divina> y el medio a través del que se puede relacionar el Uno con el mundo material. Para compaginar esta doctrina,  con su concepción de las dos almas del mundo, Plotino, distinguía entre el "protoi logoi" presente en el alma superior y los "logoi derivados" comprendidos en el alma inferior.

El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el Nous y el mundo material, tiene la opción de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma elección está abierta a cada una de las almas inferiores. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma humana experimenta un falso sentido de distancia e independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae en hábitos sensuales y depravados, evidenciándose aquí el fuerte matiz religioso, lo que origina todo un código moral y de enseñanza ética, junto a la abstracción filosófica heredada de la antigua filosofía griega.

El Neoplatonismo mantiene que la salvación de esa alma es posible gracias a la virtud de la libertad de la voluntad, que le permitió elegir su camino de pecado. El alma debe invertir ese curso, trazando en sentido contrario los sucesivos pasos de su degeneración, hasta unirse otra vez con el origen de su ser. La reunión verdadera se consuma a través de una experiencia mística en la que el alma conoce un éxtasis total, para lo cual, resulta necesario una vida de dedicación, de ascetismo y misticismo y no solo una especulación constante en las abstracciones que tratan de los aspectos más profundos de la vida, de Dios y el Universo. Ya desde los tiempos de Pitágoras se había predicado una vida de pureza y ascetismo para alcanzar dichos fines, luego Platón en su academia ofreció enseñanzas básicas a  todos, pero reservó el conocimiento esotérico a unos pocos. Plotino, que asume lo mejor de ambas figuras no podía dejar a un lado, la parte místico-religiosa, que distingue, junto a las abstracciones emanatistas,  su sistema y que le dio al Neoplatonismo su sello de distinción.

Lamentablemente, el Cristianismo actual se desprende cada vez más de su sentido místico y de la filosofía cristiana, que conformaron y predicaron los padres primitivos y luego sus seguidores.  Las religiones que solo proclaman su parte exotérica tienden a desaparecer. Los seguidores de cualquiera de ellas deben ser motivados a descubrir la verdad esencial que se esconde detrás de cualquier símbolo, emblema, metáforas, parábolas, sentencias, aforismos, o cualquier otra expresión aparentemente externa. No basta con predicar algunas lecciones de carácter moral, confesar pecados y asistir a un ceremonial o culto, esto puede ser útil, pero no es el eje esencial que pueda llevar a la unión con lo Divino y explorar y conocer las grandezas del mundo del espíritu. Las enseñanzas del Neoplatonismo son esenciales para emprender el camino hacia la liberación espiritual.     

La doctrina emanantista del Neoplatonismo, es una presentación muy acabada, coherente y lógica de la manifestación y de la existencia, libre del antropomorfismo y de la idea de un Ser creador mágico de todo y de todos, asumida literalmente por ciertos sectores de los cristianos actuales. Aquí no está la Verdad Absoluta, pero si lo que más se le aproxima. La idea de presentar al “Aquello” sacando de sí de forma ideal, emanando arquetípicamente todo lo que cobrará forma ulterior en su devenir por los diversos planos de la manifestación, y al propio tiempo, conservando su condición de Absolutidad, sin descender jamás desde su nivel de realización, ha sido el concepto más trascendental  desde el punto de vista filosófico aportado por esta corriente. Ya Amonio Sacas había defendido la idea de la existencia de una Deidad Absoluta, impenetrable y suprema, o esencia infinita, que es la raíz de toda la naturaleza y de todo aquello que es, visible e invisible. Filón, se había anticipado a Plotino al esbozar la naturaleza trascendente de Dios, que supera el entendimiento y por lo tanto resulta indescriptible para los mortales, y al describir el mundo natural como una serie de etapas descendentes desde Dios y terminando en la materia como origen del mal. Platón, había expuesto la idea del Demiurgo como Dios ordenador del mundo, que propiamente no crea, sino que, como hacían los dioses de las cosmogonías, impone el orden a partir del caos, de lo que ya preexistía, al menos como idea, en la gran idea del Bien, o sea, lo asume desde la Realidad Absoluta, que es en última instancia, quien ofrece las ideas o arquetipos, lo que Plotino nos presenta como Emanación. El Logos o Demiurgo geometriza lo ya existente, aunque aún no expresado. Plotino encontró pues, las cimientes para desarrollar su genial emanatismo, la doctrina que de forma más lógica nos explica la idea de la multiplicidad, lo efímero, limitado y transitorio, surgiendo – siendo emanado- desde lo Uno, lo Eterno, lo Ilimitado y verdaderamente trascendente.

* Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

Acerca del autor:
Dr. Alberto Roteta Dorado. Cienfuegos, Cuba. Nace en la sexta década del siglo pasado. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología y M.G.I. por la Universidad Médica de Cienfuegos. Licenciado en Medicina por Universidad Médica de Madrird. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología, se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Teosófico-Martiano”, desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Actualmente colabora con temas de corte social en varias publicaciones, de manera especial Cubanet, así como, para el Foro de Filosofía del sitio Forofilo.net, con artículos de temática filosófica y martiana. Su Blog personal aparece en el sitio Forofilo.net.

Fuente.
Publicado en su Blog de este propio sitio.

1084
               El Neoplatonismo. Síntesis y esencia del conocimiento filosófico.
                                     (Primera parte)
                          Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.


                El Neoplatonismo. Algo de sus orígenes e historia.
 
El Neoplatonismo, corriente místico-religiosa considerada la última gran escuela de pensamiento filosófico pagano de la antigüedad, ejerció una gran influencia durante los dos primeros siglos de la era Cristiana y posteriormente en el desarrollo de la filosofía cristiana primitiva. Como corriente filosófica, tiene sus orígenes a partir de un renacer de elementos de las tradiciones filosóficas griegas, fundamentalmente de Platón y de Pitágoras, los místicos por excelencia, que se mezclaron con la influencia de la filosofía mística del oriente y de la escuela judía de Alejandría. Esta fusión de elementos tan universales, que habían tenido su esplendor siglos atrás unos, mientras otros lograban mantener su vigencia, le dio un peculiar sentido a esta nueva tendencia, lo que no debe ser malinterpretado, pues la unificación de elementos de carácter esencial, no es un ecumenismo filosófico o un sincretismo religioso.

Los primeros Neoplatónicos intentaron a través de sus doctrinas filosóficas y religiosas, desarrollar y sintetizar las ideas metafísicas de Platón, sobre todo en lo relacionado con su teoría de las ideas. Esta síntesis se produjo de modo especial en Alejandría con el judaísmo helenista. De manera especial, el filósofo judeo-helenista Filón de Alejandría (entre 13 y 20 a.J.C. - id., hacia 50 d.J.C.) fue capaz de asumir lo esencial de la filosofía griega, en especial las ideas platónicas y pitagóricas y llevarlas a la religión judaica en un amplio sistema que anticipó el neoplatonismo y el misticismo judío, cristiano y musulmán, lo que, sin duda, preparó el camino para el nacimiento del Neoplatonismo. Las nuevas doctrinas proclamadas por Filón conservaron en esencia su carácter griego. Desde Alejandría, Egipto, Filón llevó la doctrina neoplatónica a Roma, donde creó una escuela y divulgó su obra más importante Enéadas, en la que expone la nueva metafísica neoplatónica. Desarrolló una doctrina del logos y su influencia llegó, a través de Clemente de Alejandría y de Orígenes, a la patrística, de la filosofía cristiana.

Con estas condiciones que prepara Filón, se consolida a partir del siglo segundo de la era Cristiana, el Neoplatonismo, cuyo verdadero fundador fue Amonio Sacas, (175-242), desarrollándose y llegando a su esplendor en el siglo III, gracias a su discípulo más conocido, Plotino (205-270d.C.) quien ofreció la sistematización más orgánica y coherente del Neoplatonismo, al lograr una verdadera síntesis que superó lo que algunos consideran puntos aporéticos del platonismo inicial.

Amonio Sacas, de padres cristianos, predicó influenciado por la enseñanza de Platón y Aristóteles;  aunque se dice que le fue revelada la sabiduría divina en sueños y visiones místicas.  Lamentablemente no nos dejó obra alguna, y al parecer exigió a sus alumnos guardar el secreto de sus enseñanzas. Además de Plotino, entre sus discípulos se encontraban los dos Orígenes: el pagano y el cristiano, y Longino, integrantes junto a Amonio, del llamado Sistema Ecléctico Teosófico o Analogistas. Defendieron la idea de la existencia de una Deidad Absoluta, impenetrable y suprema, o esencia infinita, que es la raíz de toda la naturaleza y de todo aquello que es, visible e invisible. Expusieron además el concepto de eternidad e inmortalidad del hombre al ser éste una irradiación del  Alma Universal, ha de ser  idéntico a ella.

Plotino basó sus ideas en los escritos místicos y poéticos de Platón, los pensadores pitagóricos y Filón. Para Plotino, la principal razón de ser de la filosofía era educar a los individuos para la experiencia del éxtasis, en la que se hacen uno con Dios, lo que según él, había logrado reiteradamente en su vida.  Para Plotino, Dios, lo Uno está más allá del entendimiento racional y es la fuente originaria de toda realidad. El Universo emana de lo Uno por un proceso misterioso de comunicación de energía divina en planos sucesivos, lo que recuerda ciertas escuelas filosóficas de la antigua India. Los niveles más altos forman lo Uno, el Logos, que contiene las ideas platónicas, y el Alma cósmica, que da lugar a las almas humanas y a las fuerzas de la naturaleza. Las demás cosas que emanan de lo Uno, según Plotino, cuanto más imperfectas y malas son, más cerca están del límite de la materia en su estado original. El fin más elevado de la vida es depurarse uno mismo de la dependencia de la conformidad física y, a través de la meditación filosófica, disponerse para una reunión extática con lo Uno.

Fue capaz de  desarrollar  la doctrina de la emanación, la que supone la transmisión constante de fuerzas del Ser Absoluto en sí, o lo Uno, a la creación por medio de distintos agentes; el primero de ellos es el Nous, o inteligencia pura, de la cual emana el alma del mundo; de ésta, a su vez, emanan las almas de los seres humanos y los animales, y por último la materia. Los seres humanos, en consecuencia, pertenecen a dos mundos, al de los sentidos y al de la inteligencia pura. Puesto que la materia es la causa de todo mal, el objeto de la vida debería ser escapar del mundo material de los sentidos, y de aquí que las personas abandonaran todos los intereses terrenales por los de la meditación intelectual; mediante la purificación y el ejercicio del pensamiento, las personas pueden elevarse a sí mismas hasta la intuición del Nous, y por último, a una completa y extática unión con lo Uno, que es Dios. Plotino intenta salvaguardar la continuidad del universo, trazando un puente entre el Uno trascendente y la realidad sensible a través de una serie de hipóstasis. La doctrina de la emanación se convierte de este modo en el eje central de todo el sistema, y las relaciones entre el Uno, el Entendimiento y el Alma del mundo definen la estructura metafísica del cosmos.

                                  (Continuará)
Sobre el autor.

Dr. Alberto Roteta Dorado. Cienfuegos, Cuba. Nace en la sexta década del siglo pasado. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología y M.G.I. por la Universidad Médica de Cienfuegos. Licenciado en Medicina por la Universidad Médica de Madrird. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología, se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Teosófico-Martiano”, desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Actualmente colabora con temas de corte social en varias publicaciones, de manera especial Cubanet, así como, para el Foro de Filosofía del sitio Forofilo.net, con artículos de temática filosófica y martiana. Su Blog personal aparece en el sitio Forofilo.net.

Fuente:

Publicado en el Blog del autor. 

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Noticias / La filosofía de las relaciones que soñó Martí.
« en: Mayo 22, 2015, 07:16:46 pm »
                             La filosofía de las relaciones que soñó Martí.
                          Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador.

He estado presentando en estos días cercanos al 19 de mayo, día de la muerte de José Martí, algunos artículos dedicados a resaltar aspectos de su singular y efímera vida, así como de su grandiosa obra. Ya se publicó: “La filosofía en la obra de José Martí”, “El sacrificio y el deber como ley en José Martí” y de manera especial, el propio 19 de mayo: “El mejor hombre de nuestra raza”. Además con cierta frecuencia he estado presentando selecciones de su obra de contenido filosófico,  que a través del tiempo he ido agrupando.

El artículo que os presento ahora es una reflexión sobre la idea de José Martí acerca de la teoría de la filosofía de las relaciones.

En su segundo cuaderno de apuntes escribió: “Lo común es la síntesis de lo vario, y a Lo Uno han de ir las síntesis de todo lo común: todo se simplifica al ascender”.    Desde muy joven Martí se sintió motivado a conformar una doctrina, que fuera capaz de unificar en su sentido esencial las diversidades que han expresado los múltiples sistemas filosóficos y religiosos a través de los años. En los primeros siglos de la era cristiana, un venerable maestro que predicaba su enseñanza a un reducido grupo de discípulos, a los que exigió guardar el secreto del conocimiento, intentó unificar la verdad que subyace en lo más recóndito de cada sistema de enseñanza, es decir, el conocimiento esotérico, el que se reserva solo para los elegidos capaces de descifrar y desentrañar la verdad detrás del misterio, de interpretar lo que se oculta detrás de cada leyenda, fábula o mito, lo que ha permanecido guardado y protegido, reservado a unos pocos que sean capaces de <atravesar desde la otra orilla>. Este místico fue  Ammonio Saccas, y sus discípulos más eminentes: Orígenes, Plotino y Longino, quienes, junto a su gran maestro, integraron el llamado “Sistema Ecléctico Teosófico”, conocidos después como los Analogistas, pues sus doctrinas estaban fundamentadas en las analogías y correspondencias entre las enseñanzas, y desde esa perspectiva se encaminaba la síntesis, y no en una simple  sumatoria generalizadora  de todas ellas. Este grupo de místicos defendieron la idea de la existencia de una Deidad Absoluta, impenetrable y suprema., o esencia infinita, raíz de toda la naturaleza y de todo aquello que es, visible e invisible.                                                                                                                                       

Con frecuencia, se hace una interpretación errónea de la idea esencial de estos intentos especulativos, matizados por el misticismo religioso, y que culminaron con el esplendor del Neoplatonismo,  a partir de la fuerza espiritual y de la profundidad filosófica que le distingue en años posteriores, con el protagonismo de Plotino.  Se trata de un sistema de síntesis y no de unificación de hechos aislados, no puede verse sincretismo, sino rasgos disimiles procedentes de enseñanzas tan distantes en tiempo y aun geográficamente, que parten de elementos neopitagóricos y de otros procedentes del pensamiento de Filón de Alejandría, hasta aspectos del aristotelismo y del estoicismo.

Este sistema que  había ideado el Apóstol, y que llamó filosofía de las relaciones, se basa en las relaciones de todos los sistemas y tendencias entre sí, y aún los vínculos entre figuras cimeras de la filosofía, está fundamentado en un concepto de síntesis, que percibió Martí con su sentido visionario desde siempre; pero que llegó a comprender en su profundidad con el estudio y la interiorización de lo mejor del pensamiento filosófico de todas las épocas y lugares, desde el esoterismo oriental, hasta el misticismo cristiano, desde la teoría de las ideas de Platón, hasta las hipóstasis emanatistas de Plotino, desde el idealismo de la filosofía clásica alemana, hasta el librepensamiento de la ilustración francesa, sin olvidar sus preferencias de juventud: Krause y  Balmes, así como la asimilación del Krausismo español predicado por Julián Sanz del Río,*  lo que fue determinante en sus concepciones filosóficas; aunque ya la idea de la filosofía de la síntesis estaba arraigada en él, al comprender que: "en esta inmensa suma de analogías que componen el sistema universal, en cada hecho pequeño está un resumen, ya futuro o pasado; un hecho grande".

De esta forma, en esta filosofía de las relaciones, concebida por Martí, aún  antes ponerse en contacto con el Krausismo español y con la enseñanza de Karl Krause, las  relaciones sujeto-objeto como eje de la asimilación y formulación conceptual conducen de manera subjetiva e individual, necesariamente a una relación  que lleva al sujeto que examina hacia el objeto examinado, y por lo tanto, los relaciona y los une en la síntesis. 

Sostuvo también el Apóstol, que de la relación absoluta entre los seres surge el sentido de la identidad, y de la identidad de todos ellos se hace la gran identidad, lo que le aproxima en cierta medida, a la idea de identidad universal sostenida por Schelling; y que el Apóstol sintetiza en el segundo cuaderno de apuntes así:

“Hay un Todo de ser que se desenvuelve y se precipita en seres, de los que cada uno es el todo de que nace. De lo uno se deriva lo múltiple, que en cada una de sus manifestaciones representa en sí todo lo uno. El yo es el universo mismo, y el universo mismo no es más que el yo. En lo más pequeño, el todo, y en el todo lo mas pequeño. Así el sistema. Relación absoluta entre un ser y otro ser, de tal manera que todos son idénticos y todos hacen la gran identidad”. 

En las valoraciones que hace acerca de la ciencia trascendental, considerando la enseñanza de Balmes, logra, la más acabada de sus profundas reflexiones al afirmar:

“Todo va a la unidad, todo a la síntesis, las esencias van a un ser; los existentes a lo existente: un padre es padre de muchos hijos: un tronco es asiento de infinitas ramas: un sol se vierte en innúmeros rayos: de lo uno sale en todo lo múltiple, y lo múltiple se refunde y se simplifica en todo en lo uno.” 

Pero la brevedad de su paso por la tierra y su dedicación total a la organización de la gesta independentista cubana del final de siglo diecinueve, limitaron la consumación de su idea. Todo quedó disperso, algunas anotaciones demuestran su condición de hombre de mente especulativa, de pensamiento prolífico y profundo que analizó detenidamente todo lo que le rodeó, todo lo que le preocupó, todo lo que asimiló desde la experiencia demostrada y también desde lo intuitivo  e imperceptible que solo seres como él han podido asimilar. 

La filosofía de las relaciones desde la perspectiva de la síntesis es una constante en la enseñanza martiana. A pesar de no dejarnos textos filosóficos, aunque se aparta aparentemente de su idea de relación y síntesis, luego de conocer la obra de Krause y comprender que ya estaba tratado por este filósofo, no podemos dejar de admirar su condición de filósofo y de defenderle y sentirlo nuestro siempre,  especialmente en días como estos.   

*Julián Sanz del Río (1814-1869) fue en gran  medida el promotor del Krausismo español. Este movimiento filosófico se desarrolló en España a partir de las ideas de Krause, que si bien, no tuvieron una gran influencia en Alemania, su patria, en tierra española tuvieron una gran resonancia. Julián Sanz desarrolló sus enseñanzas y surgió el llamado Krausismo como movimiento filosófico limitado a España. Más que importancia filosófica, ejerció su influencia en la renovación de la enseñanza y las teorías pedagógicas. El Krausismo se basaba en la interpretación de las obras de Krause, que defendía el panteísmo inspirado en el idealismo alemán y en Spinoza. Krause logró sintetizar desde el punto de vista metafísico la moral de los ideales humanitarios y las matizó del misticismo.

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Noticias / Re: DEL PENSAMIENTO DEL APÓSTOL.
« en: Mayo 22, 2015, 09:35:40 am »
                                         DEL PENSAMIENTO DEL APÓSTOL.
                            Selección y comentarios por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador.

En días como estos,  aún envueltos en el recuerdo del 120 aniversario de la muerte del más grande de los cubanos, días de sentimientos de misterio y misticismo, al saber que su prematura muerte fue decisiva para lograr su trascendencia, cual resurrección y asunción verdaderas. La perdurabilidad de su enseñanza por más de un siglo constituye la mayor prueba de una bien ganada universalidad y siempre será bien recibido un artículo que trate de mostrar la grandeza del hombre de "Dos Ríos".   

Sobre su condición de filósofo se ha especulado y no siempre con justicia. Algunos han preferido llamarle <gran pensador>, que sin duda, fue, pero la idea se dispersa y resulta imprecisa. Graduado de filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza. Ejerció el magisterio y enseñó Historia de la Filosofía, aunque por breve tiempo. Su enseñanza filosófica se encuentra dispersa a través de su grandiosa obra, de la que he seleccionado algunas ideas para compartir con ustedes.

El Apóstol cubano nos da una verdadera lección filosófica acerca de la perdurabilidad de lo que se esconde siempre tras la apariencia, lo ha definido como triunfo esencial, invisible y perdurable. Sin entrar en tecnicismos académicos, lo que al parecer no le interesó, nos conduce a reflexionar en las categorías de lo temporal e intemporal, de lo transitorio y lo perdurable. Lo hace desde la abstracción, sin apartarse del sentido práctico de la vida y sin abandonar al hombre poeta que lleva siempre.

Se enfrenta al materialismo que limita al hombre a una sumatoria de aspectos perceptibles, dejando a un lado su naturaleza espiritual, la que siempre resaltó el autor de "Versos Libres", aunque algunos se empeñen en seguir negándolo. La reiteración de la idea de lo ilimitado es expresada ahora llevada al plano de la individualidad humana, el hombre puede percibir,  a pesar de su sentido limitado lo ilímite, concepto que había abordado ya en sus segundo cuaderno de apuntes, en el que sostuvo que para la concepción de la categoría de lo Infinito es necesario conformarse dos ideas: “la de conjunto de seres y la negación de límite.” Y llega a sostener la sentencia de que “lo condicional no puede ser infinito", lo que recuerda sobremanera  la enseñanza de Giordano Bruno respecto a su cosmovisión, con un sentido de infinitud y una visión de conjunto. Recordemos que el naturalista renacentista había afirmado la infinitud del universo y la infinitud de todos los mundos contenidos en él, lo que Martí proclama como negación del límite.

En su concepción cosmogónica, Martí no pone  límites al universo, lo que halla su similitud con la afirmación de Giordano Bruno respecto a la Infinitud del Universo. Para Giordano Bruno la <mente en cada cosa>  representa la Deidad expresada en todo el universo, Dios en todo el Universo y en cada una de sus partes: principio de la Inmanencia Divina,  lo que apreciamos en Martí, a través de la contemplación de un Universo "blando y sumiso, y a todo lo vivo surgiendo de un seno y yendo al seno, y sobre todo lo que vive, al Espíritu que vivirá, y al hombre en sus brazos".    Cuando Martí aborda el abstracto concepto de la infinitud parte de la premisa de la negación de límite.

Schelling (1775-1854) y Fichte (1762-1814) fueron capaces de llevar este concepto de infinitud universal al caso particular del hombre, llegando a proclamar el primero - Schelling- que <el mundo infinito no es más que nuestro espíritu creador en sus infinitas producciones y reproducciones.> De esta forma el gran idealista alemán, que fue desde el idealismo trascendental hasta la filosofía de la Naturaleza, llega a resumir,  - según el propio Martí-, la identidad de la naturaleza, a la que veía como historia del espíritu. Fishte en la última etapa de su orientación filosófica reserva la categoría de Absoluto para Dios,  y por tanto infinito, mientras que al hombre lo ve entonces, como una mera existencia, lo que recuerda la idea martiana de que lo condicional no puede ser infinito, expresada también en las enseñanzas que presentamos. Martí distingue entonces las categorías de lo Eterno y lo perecedero. Lo condicional se corresponde con lo perecedero, lo transitorio, todo lo que se pierde en el transcurso del paso por la  manifestación en los planos de la existencia de nuestro sistema. Lo eterno es aquello que sobrevive o perdura a través de la evolución hominal en sus diversas vertientes - esa supervivencia de los principios espirituales -a los que se refirió la rusa Blavatsky- que forman la triada superior imperecedera humana: Atma o principio espiritual propiamente dicho, Buddhi o principio Intuicional y Manas o principio mental en su aspecto superior, principios que unifican al cuerpo espiritual descrito por San Pablo, con los niveles divinos de la existencia - Adi, Anupadaka y  Atma Superior. Otros prefieren mantener la categoría de lo Eterno de forma exclusiva, para el Aquello o la Gran Realidad Eternal y todo lo expresado y manifestado en el universo, en la condición de temporal, transitorio y perecedero.

Reflexionemos pues con estas enseñanzas del gran hombre que fue José Martí, cuando solo nos separan horas del 120 aniversario de su histórica muerte.

“Hay dos clases de triunfo: el uno aparente, brillante y temporal: el otro esencial, invisible y perdurable. La virtud, vencida siempre en apariencia, triunfa permanentemente de este segundo modo. El que la lleva a cuestas, es verdad, tiene que apretarse el corazón con las dos manos para que de puro herido no se le venga al suelo: que tan roto le ponen los hombres el corazón al virtuoso, que si no lo corcose y recomienda con la voluntad, saltará desecho en pedazos más menudos que las gotas de lluvia”.

“Nuevas pruebas amontona la experiencia contra los que mantienen que todo en  el hombre es producido por el choque de una acción externa; que el hombre no es más que un pedernal que al ser herido por el eslabón produce chispas; que no es más, en suma, el hombre que un receptor de impresiones, que tiene el poder de ordenarlas y contarlas, o un haz de nervios, que los actos exteriores sacuden caprichosamente, sin reconocer en las facultades espirituales del hombre, que niegan la capacidad de reproducir actos que no necesitan de nuestro juicio o el calor de nuestra imaginación”. 

“Tan aceptada por los hombres civilizados como la teoría de la gravitación es hoy la teoría de que el orden del Universo es el de una mente suprema trabajando silenciosa y regularmente a través de las edades, y no espasmódicamente.”

“A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente”. 

“Hemos establecido leyes para nuestro ser; pero es indudable que sin nuestro ser, no hubiéramos podido deducir las leyes. Siempre el ser inexplicable es lo primero. Aquí está lo vago: la metafísica hace mal en sujetar lo vago a estas reglas: la presunción haría mal en negar lo vago, porque no  puede explicarlo”.

“Se siente bien lo ilímite, dentro del cuerpo limitado: como se ven cosas extrañas cerrando los ojos. Con los ojos cerrados veo; y, encerrado en mí, concibo lo que no se cierra. ¿Puedo fijar sus leyes? No. ¿Tengo derecho para decir que existe? Sí, puesto que existe en mí? 

“¿Puedo explicármelo todo? No puedo. ¿Negaré lo que no me explico? No tengo el derecho de negarlo, como no tengo el derecho de asentar un sistema metafísico sobre imaginaciones.”

“La inteligencia es esencialmente activa. ¿La obligaré a no pensar en lo que no ve claro? No: todo debe hacer su obra; y la de la inteligencia, de intelligo, es procurar entender. La conjetura es uno de los medios del conocimiento: la lógica natural dirige bien la conjetura: ésta, guiada por la lógica, se llama raciocinio.- Pues tengo la facultad de conjeturar, la ejercito. Deduzco pues, que no debo oponerme a la obra natural de la inteligencia, y que tengo el derecho de buscar la razón de lo vago por un camino racional. No fijaré lo que no sepa, pero investigaré lo que no sé. La razón buena no  conoce la cobardía filosófica: analiza todo lo que siente: estudia todo lo que ve”. 

“Hay límite para la razón: tiene el hombre imaginación e inteligencia, y aquella comienza su obra donde esta la acaba. No es que no haya más allá: es que no podemos ir. ¿Y por qué, si concebimos lo vago, o nos detenemos cobardemente ante ello, o queremos sujetarlo a una potencia de razón que precisamente allí termina? No se asiente lo dudoso; pero confiésese que existe”.

Sobre el autor.

Dr. Alberto Roteta Dorado. Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología, se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión y colaborando en varias publicaciones.  Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”,  de La Habana, entre otras.  Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí.

Fuente: Blog personal del autor en el sitio Forofilo.

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Noticias / DEL PENSAMIENTO DEL APÓSTOL.
« en: Mayo 21, 2015, 08:31:13 pm »
                                         DEL PENSAMIENTO DEL APÓSTOL.
                            Selección y comentarios por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador.

En días como estos,  aún envueltos en el recuerdo del 120 aniversario de la muerte del más grande de los cubanos, días de sentimientos de misterio y misticismo, al saber que su prematura muerte fue decisiva para lograr su trascendencia, cual resurrección y asunción verdaderas. La perdurabilidad de su enseñanza por más de un siglo constituye la mayor prueba de una bien ganada universalidad y siempre será bien recibido un artículo que trate de mostrar la grandeza del hombre de "Dos Ríos".   

Sobre su condición de filósofo se ha especulado y no siempre con justicia. Algunos han preferido llamarle <gran pensador>, que sin duda, fue, pero la idea se dispersa y resulta imprecisa. Graduado de filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza. Ejerció el magisterio y enseñó Historia de la Filosofía, aunque por breve tiempo. Su enseñanza filosófica se encuentra dispersa a través de su grandiosa obra, de la que he seleccionado algunas ideas para compartir con ustedes.

El Apóstol cubano nos da una verdadera lección filosófica acerca de la perdurabilidad de lo que se esconde siempre tras la apariencia, lo ha definido como triunfo esencial, invisible y perdurable. Sin entrar en tecnicismos académicos, lo que al parecer no le interesó, nos conduce a reflexionar en las categorías de lo temporal e intemporal, de lo transitorio y lo perdurable. Lo hace desde la abstracción, sin apartarse del sentido práctico de la vida y sin abandonar al hombre poeta que lleva siempre.

Se enfrenta al materialismo que limita al hombre a una sumatoria de aspectos perceptibles, dejando a un lado su naturaleza espiritual, la que siempre resaltó el autor de "Versos Libres", aunque algunos se empeñen en seguir negándolo. La reiteración de la idea de lo ilimitado es expresada ahora llevada al plano de la individualidad humana, el hombre puede percibir,  a pesar de su sentido limitado lo ilímite, concepto que había abordado ya en sus segundo cuaderno de apuntes, en el que sostuvo que para la concepción de la categoría de lo Infinito es necesario conformarse dos ideas: “la de conjunto de seres y la negación de límite.” Y llega a sostener la sentencia de que “lo condicional no puede ser infinito", lo que recuerda sobremanera  la enseñanza de Giordano Bruno respecto a su cosmovisión, con un sentido de infinitud y una visión de conjunto. Recordemos que el naturalista renacentista había afirmado la infinitud del universo y la infinitud de todos los mundos contenidos en él, lo que Martí proclama como negación del límite.

En su concepción cosmogónica, Martí no pone  límites al universo, lo que halla su similitud con la afirmación de Giordano Bruno respecto a la Infinitud del Universo. Para Giordano Bruno la <mente en cada cosa>  representa la Deidad expresada en todo el universo, Dios en todo el Universo y en cada una de sus partes: principio de la Inmanencia Divina,  lo que apreciamos en Martí, a través de la contemplación de un Universo "blando y sumiso, y a todo lo vivo surgiendo de un seno y yendo al seno, y sobre todo lo que vive, al Espíritu que vivirá, y al hombre en sus brazos".    Cuando Martí aborda el abstracto concepto de la infinitud parte de la premisa de la negación de límite.

Schelling (1775-1854) y Fichte (1762-1814) fueron capaces de llevar este concepto de infinitud universal al caso particular del hombre, llegando a proclamar el primero - Schelling- que <el mundo infinito no es más que nuestro espíritu creador en sus infinitas producciones y reproducciones.> De esta forma el gran idealista alemán, que fue desde el idealismo trascendental hasta la filosofía de la Naturaleza, llega a resumir,  - según el propio Martí-, la identidad de la naturaleza, a la que veía como historia del espíritu. Fishte en la última etapa de su orientación filosófica reserva la categoría de Absoluto para Dios,  y por tanto infinito, mientras que al hombre lo ve entonces, como una mera existencia, lo que recuerda la idea martiana de que lo condicional no puede ser infinito, expresada también en las enseñanzas que presentamos. Martí distingue entonces las categorías de lo Eterno y lo perecedero. Lo condicional se corresponde con lo perecedero, lo transitorio, todo lo que se pierde en el transcurso del paso por la  manifestación en los planos de la existencia de nuestro sistema. Lo eterno es aquello que sobrevive o perdura a través de la evolución hominal en sus diversas vertientes - esa supervivencia de los principios espirituales -a los que se refirió la rusa Blavatsky- que forman la tríada superior imperecedera humana: Atma o principio espiritual propiamente dicho, Buddhi o principio Intuicional y Manas o principio mental en su aspecto superior, principios que unifican al cuerpo espiritual descrito por San Pablo, con los niveles divinos de la existencia - Adi, Anupadaka y  Atma Superior. Otros prefieren mantener la categoría de lo Eterno de forma exclusiva, para el Aquello o la Gran Realidad Eternal y todo lo expresado y manifestado en el universo, en la condición de temporal, transitorio y perecedero.

Reflexionemos pues con estas enseñanzas del gran hombre que fue José Martí, cuando solo nos separan horas del 120 aniversario de su histórica muerte.

“Hay dos clases de triunfo: el uno aparente, brillante y temporal: el otro esencial, invisible y perdurable. La virtud, vencida siempre en apariencia, triunfa permanentemente de este segundo modo. El que la lleva a cuestas, es verdad, tiene que apretarse el corazón con las dos manos para que de puro herido no se le venga al suelo: que tan roto le ponen los hombres el corazón al virtuoso, que si no lo corcose y recomienda con la voluntad, saltará desecho en pedazos más menudos que las gotas de lluvia”.

“Nuevas pruebas amontona la experiencia contra los que mantienen que todo en  el hombre es producido por el choque de una acción externa; que el hombre no es más que un pedernal que al ser herido por el eslabón produce chispas; que no es más, en suma, el hombre que un receptor de impresiones, que tiene el poder de ordenarlas y contarlas, o un haz de nervios, que los actos exteriores sacuden caprichosamente, sin reconocer en las facultades espirituales del hombre, que niegan la capacidad de reproducir actos que no necesitan de nuestro juicio o el calor de nuestra imaginación”. 

“Tan aceptada por los hombres civilizados como la teoría de la gravitación es hoy la teoría de que el orden del Universo es el de una mente suprema trabajando silenciosa y regularmente a través de las edades, y no espasmódicamente.”

“A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente”. 

“Hemos establecido leyes para nuestro ser; pero es indudable que sin nuestro ser, no hubiéramos podido deducir las leyes. Siempre el ser inexplicable es lo primero. Aquí está lo vago: la metafísica hace mal en sujetar lo vago a estas reglas: la presunción haría mal en negar lo vago, porque no  puede explicarlo”.

“Se siente bien lo ilímite, dentro del cuerpo limitado: como se ven cosas extrañas cerrando los ojos. Con los ojos cerrados veo; y, encerrado en mí, concibo lo que no se cierra. ¿Puedo fijar sus leyes? No. ¿Tengo derecho para decir que existe? Sí, puesto que existe en mí? 

“¿Puedo explicármelo todo? No puedo. ¿Negaré lo que no me explico? No tengo el derecho de negarlo, como no tengo el derecho de asentar un sistema metafísico sobre imaginaciones.”

“La inteligencia es esencialmente activa. ¿La obligaré a no pensar en lo que no ve claro? No: todo debe hacer su obra; y la de la inteligencia, de intelligo, es procurar entender. La conjetura es uno de los medios del conocimiento: la lógica natural dirige bien la conjetura: ésta, guiada por la lógica, se llama raciocinio.- Pues tengo la facultad de conjeturar, la ejercito. Deduzco pues, que no debo oponerme a la obra natural de la inteligencia, y que tengo el derecho de buscar la razón de lo vago por un camino racional. No fijaré lo que no sepa, pero investigaré lo que no sé. La razón buena no  conoce la cobardía filosófica: analiza todo lo que siente: estudia todo lo que ve”. 

“Hay límite para la razón: tiene el hombre imaginación e inteligencia, y aquella comienza su obra donde esta la acaba. No es que no haya más allá: es que no podemos ir. ¿Y por qué, si concebimos lo vago, o nos detenemos cobardemente ante ello, o queremos sujetarlo a una potencia de razón que precisamente allí termina? No se asiente lo dudoso; pero confiésese que existe”.

Sobre el autor.

Dr. Alberto Roteta Dorado. Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología, se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión y colaborando en varias publicaciones.  Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”,  de La Habana, entre otras.  Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí.

Fuente: Blog personal del autor en el sitio Forofilo.



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Noticias / José Martí, el mejor hombre de nuestra raza.
« en: Mayo 19, 2015, 12:40:54 am »
                              José Martí, el mejor hombre de nuestra raza.
                     El Oro. Ecuador. Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. 19/5/2015.

Un día como hoy 19 de mayo, aunque de 1895, los cubanos se estremecieron ante la noticia de la muerte de su guía. Algunos se resistieron a aceptar la certeza de una muerte que no podía ser real, pues en seres como el, un hecho así resulta inadmisible. Hoy, cuando ha pasado más de un siglo, aún no es creíble. El misterio que le envuelve va desde lo poético a lo místico, de la presunta realidad a la leyenda, de la historia demostrada e interpretada a la resurrección merecida y consumada.  Para orgullo de los cubanos José Martí  <apareció entre nosotros, en esta Cuba americana, en este santo de pelea> y hoy hemos de recordarle de manera especial.

La célebre frase de la poetisa y ensayista chilena Gabriela Mistral (1889-1957): <el mejor hombre  de nuestra raza>, con la que define al más colosal de los cubanos, merece ser rescatada en nuestros días y ser objeto del análisis que merece. La autora de  “Ternura, Rondas y Canciones de la tierra”, fue capaz de percibir a José Martí como pocos han podido hacerlo. Apasionada por la obra literaria del que consideró su maestro y guía, hizo valoraciones de profundidad inigualables, aunque en nuestros días, lamentablemente, se le olvida. Téngase presente que la Nobel de literatura de 1945, desarrolló su obra antes de 1959 y se refirió al Apóstol cubano durante sus visitas a Cuba en 1938 y 1953.

Como todos sabéis existe una tendencia a dejar a un lado todo lo que se hizo en pos de la figura y de la obra de José Martí antes del llamado <triunfo de la revolución>. El centenario del natalicio del Apóstol americano en 1953, fue un verdadero acontecimiento, sin embargo, se omite todo lo relacionado con dicho hecho. La propia poetisa chilena estuvo en Cuba, especialmente para las celebraciones del onomástico.  Esta actitud asumida desde 1959, hizo que la idea del <mejor hombre de nuestra raza> y del <santo de pelea> expresada por la Mistral, las sabias valoraciones del investigador cubano Medardo Vitier acerca de  la espiritualidad martiana y su filosofía y  los estudios crítico-biográficos de Jorge Mañach, desde posturas no marxistas, quedaran en el olvido, al no ser citados, comentados y analizados por los <estudiosos actuales>, como también sucedió con el texto: “José Martí el santo de América” de  Luis Rodríguez-Embil, quien lo llamó místico práctico y realista activo: <de tradición y cultura occidentales, una de las fuerzas mayores de este mundo>, por solo citar a algunos de los olvidados. 

Entre los cambios que tuvieron lugar en Cuba como consecuencia de los sucesos de 1959, la declaración del carácter socialista de la revolución, fue tal vez, el que determinó la represión de la intelectualidad y la falta de libertad de expresión. Esto repercutió de manera especial en el terreno de la creación artística y literaria. Desde entonces la idea del <mejor hombre de nuestra raza>, que presupone concepciones de hombre noble,  puro, santo e iluminado y que recuerdan las virtudes del Cristo redentor, negado por el sistema comunista cubano, fue sustituida por el dogma del <Martí antimperialista>, que presupone pues, un hombre fuerte, enérgico, combativo y guerrero, más acorde con el nuevo mensaje considerado revolucionario y con los ideales tomados como paradigmas en el naciente sistema totalitario.

Quisieron sepultar el calificativo de Apóstol, el que mejor lo define, si se considera el verdadero significado de un apostolado. En su lugar aparecía la concepción de héroe nacional. Intentaron negar su peculiar sentido de la religiosidad y su profundo pensamiento filosófico a través de comparaciones y aproximaciones de su pensamiento y enseñanzas con las tendencias socialistas y con concepciones de carácter marxista. Numerosos artículos, ensayos y conferencias abordan a un Martí antimperialista, revolucionario y hasta <autor intelectual> de ciertos sucesos de la historia cubana más reciente. Lamentablemente se dispersaba el talento - porque sin duda, algunos lo tenían- de escritores e investigadores en propuestas absurdas acerca de similitudes entre el pensamiento del genial periodista y ensayista cubano y las ideas de Ho Chi Min, y del Dr. Fidel Castro.         

Es cierto que Martí se refirió reiteradamente al peligro que representaban los Estados Unidos para los pueblos de <Nuestra América>. Pero esta idea debe analizarse dentro de los límites de su contexto histórico y no ver más allá de lo que en su tiempo significó. Martí, con ese sentido visionario y ese pensar quasi profético, fue capaz de vislumbrar las contradicciones y  analogías, los efectos y causas, los reveses y triunfos de las naciones de lo que él llamó <Nuestra América>. También hemos de considerarlo un héroe, guía, líder y organizador de la gesta independentista de 1895, pero no podemos negar su condición de hombre sabio, santo, iluminado y visionario. Nuestro Martí -que es solo uno- debe ser reinterpretado desde posiciones abiertas, libres de dogmas e ideas absurdas, sin tratar de imponer lo que algunos hubieran querido que el autor de “Versos Libres” hubiera profesado.

Para un sistema que se declaró socialista,  que proclamó el ateísmo, que estableció la filosofía marxista como única forma oficial de pensamiento filosófico, resulta paradójico que la figura más representativa de su historia se pronunciara en contra del socialismo, al que consideró un sistema corrupto que llevaría a los hombres a la esclavitud, creyera firmemente en Dios: <Dios existe y se le adora>, declaró en sus “Juicios” y jamás se identificara, aunque si conoció de sus obras, le respetó y le llamó <el pensador más poderoso del mundo del trabajo>,  con la enseñanza de Marx. Un Martí socialista, ateo y marxista hubiera sido el hombre ideal para los comunistas cubanos, pero para regocijo y gloria de los no simpatizantes y aliados del socialismo, los religiosos y los no marxistas, nuestro José Martí seguirá siendo santo de América, Arcángel tutelar de la nación cubana, profeta, visionario e iluminado y <el mejor hombre de nuestra raza>.
   

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Noticias / LA FILOSOFÍA EN LA OBRA DE JOSÉ MARTÍ.
« en: Mayo 14, 2015, 12:59:31 am »
                             LA FILOSOFÍA EN LA OBRA DE JOSÉ MARTÍ.
                       Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. El Oro. Ecuador. 13/5/2015.

A través de la extensa obra martiana podemos encontrar de manera constante y reiterada, referencias a diversos aspectos de la filosofía. Definiciones conceptuales, disertaciones sobre leyes de la naturaleza, exposición de criterios acerca de la evolución humana, basados en enseñanzas filosóficas, aparecen a través de su enseñanza, desde sus primeras obras de juventud hasta la plenitud de su madurez.

De forma directa y enérgica  hizo juicios críticos sobre determinadas tendencias del pensamiento o supo valorar a filósofos de todos los tiempos. Utilizó  el símil o el símbolo para ofrecer un mensaje de alto contenido filosófico tanto en su poesía, como en su obra en prosa y en sus discursos. La filosofía era parte inseparable de su vida; por cuanto era un filósofo, aunque algunos no lo consideren así, otros se inclinan por la idea de incluirlo en la historia de la filosofía cubana. Un verdadero filósofo y no solo un  conocedor de la filosofía.

Una prueba irrefutable de lo que digo la encontraremos al estudiar con profundidad  sus enseñanzas y detenernos en las definiciones que hace sobre Filosofía, así como los comentarios y reflexiones filosóficas que aparecen dispersas por toda su obra. Si analizamos detenidamente las definiciones que hizo sobre filosofía, comprenderemos que no se trata de conceptos asumidos de los clásicos de estas materias; sino verdaderas creaciones conceptuales que no encontraremos en los diversos tratados de Historia de la Filosofía que puedan consultarse. En “Juicios”, sobre filosofía, el autor de los “Versos libres” explica:

“Filosofía es la ciencia de las causas. Conocer las causas posibles, y usar los medios libres y correctos para investigar las no conocidas, es ser filósofo. Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la observación, en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón, y en su causa: - he aquí los elementos para ser filósofo. Luego estos elementos son: observación y reflexión, cualquier otro elemento ayuda a averiguar, pero no es una base firme de filosofía.” 

Este concepto de Filosofía, además de permitirnos valorar la profundidad de nuestro  Apóstol, nos conduce a conocer la postura que asume respecto a las concepciones del mundo en las tendencias fundamentales: el racionalismo y el empirismo. El Apóstol de las Américas asume una posición aparentemente neutral entre las tendencias racionalistas y sensualistas – empiristas- de la filosofía. Valora la necesidad de la observación, pero una observación acompañada del razonamiento reflexivo con nuestro pensamiento, de ahí su sentencia: <pensar constantemente con elementos de ciencia>.

En otras etapas de su vida, en las que ha logrado más madurez y se ha consolidado su pensamiento filosófico, se inclina sabiamente por el racionalismo: <así,  donde la razón campea  florece la fe en la armonía del universo.>  Primero la razón, luego la fe; pero no una fe ciega, sino una fe en el universo en su estado de integración y de armonía, idea que prevalece a través de toda su obra y que lo encaminan hacia sus concepciones más complejas acerca de la armonía universal. Luego, también se cuestiona: < ¿Bastarán los objetos exteriores individuales y materiales  y aislados para llevarnos  a la cognoscencia de una verdad creadora eminentemente subjetiva?>,   lo que resulta imprescindible para percibir su total concepción de los procesos de asimilación e interiorización del conocimiento teórico. A esta interrogante responde el maestro: “No bastarán, aparte de que no hay en los humanos, espíritu capaz, ni vida suficiente para recibir en sí todas las sensaciones recibibles, sin cuya íntima precisa comparación y unión no podría llegarse al conocimiento deductivo de la verdad sensible y generadora”.

No se trata de observar el fenómeno externo, esto es solo el comienzo, resulta necesario desentrañar la esencia que subyace detrás de cualquier elemento externo, la <verdad creadora eminentemente subjetiva>, y esto se logra solo con la razón y con el desarrollo ulterior de la conciencia metafísica, aquella que permite la comprensión antes de que se haya pensado. En etapa posterior de su vida expresó: “A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente”.  De cualquier forma e independientemente de ciertas defensas relacionadas con la idea del empirismo filosófico, el autor de los “Versos Libres” nos dejó bien precisado la sentencia: <La fe ciega se quema en la hoguera de la razón >, y <la filosofía es el ejercicio de la inteligencia>.  No obstante, en otros momentos de su obra asume actitudes que pudieran interpretarse más cercanas al empirismo o sensualismo cuando expresa: <La naturaleza observable es la única fuente filosófica. El hombre observador es el único agente de la filosofía.>   Pero el estudiante y aún el investigador profundo no deben dejarse influenciar por una primera lectura de sus palabras. Hemos de precisar que nuestro Apóstol y maestro nos ha dicho que <la naturaleza es la única fuente filosófica>, pero insiste en que es el hombre que se comporta como observador, el agente, es decir, el que asume o toma los elementos de la naturaleza como fuente para su saber; pero a partir de esta actitud, ha de educir sus facultades intuitivas para asimilarse lo observado y poder ver <en la Naturaleza como un templo inmenso, solemnes ritos> , pero el misterio que se debe descubrir detrás del rito y más allá del templo, es con el despertar de la conciencia creadora o intuicional, lo que el Maestro logra sintetizar en esta idea:

“No puede existir, pues, una sensación, ni el conjunto de las sensaciones es suficiente para hallar la verdad fundamental. La ciencia trascendental espontánea y generadora no puede nacer de las sensaciones casuales, involuntarias y generadas.” Y también precisa: “La sensación es lo que va de lo exterior al yo pensante”.

Podemos encontrar en Juicios - acápite dedicado a la filosofía- una distinción entre filosofía física y metafísica y al hacer una valoración crítica de sus aspectos conceptuales aparentemente critica a la metafísica por ser – según su opinión- irracional: <Es irracional puesto que las leyes de las cosas deben deducirse de la observación de las cosas: he aquí el error de la metafísica.>   Sin embargo, precediendo a esta afirmación sostuvo: <Al estudio del mundo tangible; se ha llamado física; y al estudio del mundo intangible, metafísica. La exageración de aquella escuela se llama materialismo; y corre con el nombre de espiritualismo, aunque no debe llamarse así, la exageración de la segunda. 

En etapa anterior de su vida, en sus años de estudios en España, se había identificado a plenitud con la metafísica cuando la definió como: <el conjunto de verdades absolutas que sirven de leyes explicativas y fundamentales a todos los conocimientos humanos> . Por otra parte considera a la filosofía como todo un sistema de integración y no como una simple sumatoria de observaciones y cuestionamientos, como una verdadera ciencia de análisis e investigación y no como un elemento de la religión, hacia ese sistema de integración, de síntesis a partir de la relación, se encaminaba constantemente su concepción filosófica. Para Martí existía la filosofía como también existía la religión, en este sentido precisa:

“No puede haber una filosofía, como no puede haber una religión: hay la filosofía y la religión. Aquella es el volver constante de los ojos del hombre hacia las causas de lo que en sí siente y en torno suyo y más lejos muévese y ve; esta es la aspiración de todos los seres, idéntica en todos los pueblos, común a  existencia en que sea cosa real lo que allí vagamente te concibe, poéticamente te exagera e inflexiblemente te necesita.” 

El apóstol nos da muestras de su concepción del Universo desde la óptica de su filosofía de las relaciones y de la síntesis, cuando parte de una definición conceptual del Universo para luego asumir aspectos esenciales de la filosofía de varios  sistemas o tendencias y refutar con seguridad y precisión lo que considera errores filosóficos. Así, nos define al Universo como reunión de todas las cosas, <lo que implica reunión de todos los principios del conocer de las cosas> , en este sentido significa también el principio del conocimiento humano. Critica al alemán Fichte en su “Doctrina de la Ciencia” al desmentirlo en su segundo cuaderno de apuntes cuando expresa:

“En cada ser hay un principio de conocimientos; pero no es un conocimiento principio de los demás; es una inteligencia capaz de conocimientos y dispuesta a conocer. Las cosas hacen impresión en ella, y ella conoce las cosas; he aquí como los conocimientos  se comienzan y forman” (…) El principio de conocimiento de las cosas está en las cosas  mismas. Se conocen tantas cosas como cosas hay. Cada cosa es principio de conocimiento en sí.”

Martí niega la existencia absoluta del principio de los conocimientos humanos que sostenía Fichte, refuta a Condillac con sus teorías de las sensaciones como base de todas las cosas, critica a Pitágoras -al menos en un punto de su sistema- al decir que el sabio geómetra y místico de Crotona confundía lo matemático con lo moral, negó la existencia de la ciencia trascendental en el orden intelectual humano; aunque la afirmó en el orden intelectual absoluto y tal vez si se hubiera dedicado completamente a la filosofía  y a la vida de verdadera religiosidad nos hubiera dejado su aporte a través de la filosofía de las relaciones, idea que acariciaba en su juventud y al estudiar la obra de  Krause encontró lo que ya el había ideado  -  una filosofía de la relación en virtud de la cual de manera subjetiva e individual la relación  lleva el sujeto que examina hacia el objeto examinado. 

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Noticias / Blavatsky. El Loto Blanco.
« en: Mayo 10, 2015, 01:11:32 am »
                                          Blavatsky. El Loto Blanco.
                                      Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.
                                      Aguas Verdes.  Perú. 9/5/2015.

                                                 “Tan sólo la VERDAD, asentada en diamantina roca, es eterna y suprema”.
                                                                                                        Helena P. Blavatsky, “Isis sin Velo”.

En el último tercio del siglo diecinueve, una enigmática figura llamó poderosamente la atención de la intelectualidad, de los hombres de ciencias y de los religiosos de su tiempo. Con su primera gran obra, “Isis sin velo”, aparecida en 1877, se cambiaban una serie de concepciones y se ofrecía al mundo occidental un caudal de conocimientos que había permanecido en lo más recóndito del misterio desde hacía siglos. Esta enigmática mujer ha sido conocida por unos pocos como Upasika, H.P.B. o la Maestra,  para otros es sencillamente Blavatsky.   

La evocación de su memoria siempre nos trae una rara sensación, mezcla de misticismo y misterio, de histrionismo y sabiduría, de firmeza y constancia, pero siempre resulta grato escribir o conversar sobre ella. Helena Petrona Blavatsky (1831-1861), murió un 8 de mayo en Londres. El pequeño círculo de teósofos del mundo entero quedaba sin su líder, la diamantina luz de su sabiduría se dispersaría para siempre. Ella resultaba insustituible, a pesar de no haber dirigido jamás la sociedad fundada por ella, sin embargo, su conocimiento era la inspiración para los miembros y seguidores de la Sociedad Teosófica.

Blavatsky no está incluida en ninguna de las corrientes o escuelas tradicionales de filosofía del occidente. Se le reconoce como ocultista y teósofa, se le venera como discípula y mensajera de Aquellos que poseen el recóndito conocimiento de las edades, se le recuerda como mística y sabia. Martí, el trascendental y genial cubano le llamó <la gran sacerdotisa>, elogió la vastedad de su conocimiento y la grandeza de su obra.

No es creadora de escuela o corriente filosóficas, pero si fue capaz de lograr una verdadera síntesis de las filosofías y religiones del pasado y de su presente. Este fue su gran mérito, su propósito y misión. El haber dado al mundo occidental, por vez primera, un ápice del gran conocimiento acumulado a través de los siglos en monasterios, santuarios sagrados, criptas, rollos de papel de hojas de palma, o detrás de cualquier leyenda, mito o fábula, fue su designio para los hombres de cualquier época.

Su vida está llena de historias de viajes por el mundo, de vínculos con sabios, místicos e Iniciados en los misterios, de permanencia en los monasterios tibetanos adquiriendo el conocimiento mayor directamente de los grandes Maestros. Sus obras son el reflejo de una férrea disciplina que la llevó a profundizar en los más disímiles temas de la filosofía y de la religión. 

Ya en su primera gran obra, “Isis sin Velo”, nos presenta una verdadera síntesis de las tradiciones, leyendas, corrientes filosóficas, mitos y religiones de todos los tiempos. Con la aplicación de un método antiquísimo utilizado por los primeros filósofos de la era cristiana: la analogía y la correspondencia entre todas las cosas,  nos  presenta un paralelo entre la vida y los acontecimientos más trascendentes de los considerados paradigmas de la redención de la humanidad a través del tiempo: Krishna, Buda y Jesús, concluyendo que todos son la expresión de una única fuerza espiritual que reiteradamente y de manera cíclica se aproxima a los hombres para ofrecer un nuevo mensaje que les inspire, bajo el ropaje de una forma de religión, respaldada en un tipo de filosofía y de códigos morales y éticos.

Su segunda gran obra, y la más emblemática de todas es, sin duda, “Doctrina Secreta”, aparecida en 1888. Se pensó en un inicio que esta última sería una ampliación de “Isis”; pero la propia autora comprendió que por el método de presentación de los contenidos, por su estilo y por las enseñanzas contenidas, tenía que ser una obra totalmente diferente. Surge así su magna obra: “Doctrina Secreta”, considerada por ella como una síntesis de la ciencia, la religión y la filosofía. Esta obra es tan solo una parte del conocimiento de la Doctrina Secreta que los grandes Adeptos y Sabios orientales guardan celosamente. Aquí solo se ofrece lo que “algunos” de la humanidad del siglo veinte podían llegar a conocer, según declaró la propia escritora a sus discípulos más cercanos unas semanas antes de morir, en 1891.

Las siguientes palabras de la mística y sabia rusa, tomadas de su obra “Isis sin Velo”, nos permiten acercarnos a su colosal sabiduría y su grandeza espiritual. Recordarle, no solo en el día de su muerte, sino siempre, es el deber de todo aquel que ame la sabiduría.   

“Hace años, cuando en mi primer viaje por Oriente visité sus desiertos santuarios, me preocupaban dos cuestiones que sin cesar oprimían mi mente: ¿Dónde está, QUIÉN y QUÉ es DIOS? ¿Quién vio jamás el ESPÍRITU inmortal del hombre, para asegurar la inmortalidad humana?

Precisamente cuando con más ansia pretendía resolver tan embarazosos problemas, trabé conocimiento con ciertos hombres que por sus misteriosos poderes y profunda ciencia merecen, sin disputa alguna, el calificativo de sabios de Oriente. Viva atención presté a sus enseñanzas. Me dijeron que, combinando la ciencia con la religión, pueden demostrarse la existencia de Dios y la inmortalidad del espíritu humano tan fácilmente como un postulado de Euclides. Por vez primera adquirí la seguridad de que la filosofía oriental sólo cabe en la fe absoluta é inquebrantable en la omnipotencia del Yo inmortal del hombre. Aprendí que esta omnipotencia procede del parentesco del espíritu del hombre con Dios o Alma Universal. Este, dicen ellos, sólo puede demostrarlo aquél. El espíritu del hombre es prueba del Espíritu de Dios, como una gota de agua es prueba de la fuente de donde procede. Si a un hombre que nunca haya visto agua, le decís que existe el océano, deberá creerlo por la fe o rechazarlo por completo. Pero dejad que caiga una gota de agua en su mano, y ya tendrá un hecho, del cual infiera lo demás, y podrá luego comprender poco a poco la existencia de un océano ilimitado é insondable. La fe ciega dejará de ser una necesidad para él, pues la habrá substituido con el CONOCIMIENTO. Cuando un hombre mortal despliega facultades inmensas, domina las fuerzas de la naturaleza y dirige la vista al mundo del espíritu, la inteligencia reflexiva queda abrumada por la convicción de que si a tanto alcanza el Yo espiritual de un hombre, las facultades del ESPÍRITU PADRE han de ser comparativamente tan inmensas en magnitud y potencia como el océano respecto a una simple gota de agua. Ex nihilo nihil fit. ¡Demostrad la existencia del alma humana por sus maravillosas facultades y demostraréis la existencia de Dios!

En nuestros estudios, aprendimos que los misterios no son tales y nos cercioramos de la realidad de nombres y lugares que los occidentales diputan por fabulosos. Devotamente nos dirigíamos en espíritu al interior del templo de Isis, en Sais, para levantar el velo de “la que fue, es y será”; para mirar a través de la desgarrada cortina del Sancta Sanctorum en Jerusalén y a interrogar a la misteriosa Bath–Kol en las criptas del sagrado edificio. La Filia–Vocis, la hija de la voz divina, respondía tras el velo desde el propiciatorio, y la ciencia, la teología y toda hipótesis humana nacida de conocimientos imperfectos, perdían para siempre ante nuestros ojos su carácter autoritario. El Dios vivo habló por medio del hombre su único oráculo. Estábamos satisfechos. Semejante saber es inapreciable y sólo ha permanecido oculto para quienes lo desdeñaban, ridiculizaban o negaban.” 





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                      La idea del Logos Creador en José Martí.
                                  (Segunda parte y final)
             Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Provincia El Oro, Ecuador. 4/5//2015.

De su primer cuaderno es también la siguiente afirmación:

“Una sola cosa no ha de morir. El Dios conciencia, la dualidad sublime  del amor y del honor, el pensamiento inspirador de todas las religiones, el germen eterno de todas las creencias, la ley irreformable, la ley fija, siempre soberana de las almas, siempre obedecida con placer, siempre noble, siempre igual, - he aquí la idea poderosa y fecunda que no ha de perecer, porque renace idéntica con cada alma que surge a la luz; he aquí la única cosa verdadera, porque es la única cosa por todos reconocida; he aquí el eje del mundo moral; - he aquí a nuestro Dios  omnipotente y sapientísimo”.

Cuando Martí establece las cualidades de pensamiento, germen eterno y ley en Dios, de nuevo nos está aproximando a la idea conceptual de Logos. Recordemos las diversas acepciones del antiguo término griego: razón, discurso, verbo y palabra,  que resulta  ampliado con la enseñanza de Heráclito al definirlo como razón o principio cósmico y como ley universal que todo lo rige, gobierna y ordena, como el principio del Universo, el principio del todo, lo que también vislumbra nuestro apóstol en la idea de una ley soberana y fija que es expresión del Dios-Conciencia que no ha de morir. En la segunda parte del pensamiento Martí hace referencia a una dualidad de Dioses: un Dios Conciencia y un Dios que creó, y reconoce al Dios Conciencia como hijo del Dios que ha creado, situándolo en un peldaño inferior, sin que jamás pierda su sublimidad y omnipotencia inherentes. Al estar situado en un plano más cercano al hombre, éste puede adorarle, venerarle y redimirse a través de él; por cuanto representa al Verbo hecho carne, que se aproxima a los hombres y llega a habitar entre ellos para ofrecer un mensaje de esperanza cuando cíclicamente la fe tiende a extinguirse. Los hombres de la antigua Palestina siguieron hace más de dos mil años al Cristo-Jesús, símbolo del Logos manifestado y expresado entre los hombres y lo han hecho los tibetanos inspirados en Padmapani- Avalokitechvara.   Para Martí el Dios Conciencia está incluido en el Dios creador y subordinado respecto a él, de igual forma que Orígenes (185-254), el célebre doctor de la Iglesia percibió en el Logos  una posición subordinada respecto a la Trascendencia Divina de Dios. Para Orígenes, solamente el Padre es plenamente Dios, al ser  absolutamente inengendrado. No obstante, aunque destaque el carácter unitario de Dios, da gran importancia a las relaciones de subordinación del Hijo o Verbo y  del Espíritu Santo. Para Orígenes, el Logos es la imagen y reflejo de este Dios. Es diferente del Padre por “la esencia y el sustrato”. Es por su naturaleza subordinada que el Logos ha podido entrar en el proceso de la creación, o sea en la gran obra de formación del Universo – cual Demiurgo platoniano o segunda hipóstasis de Plotino-. De forma similar,  en el segundo siglo de la era cristiana, Justino (ca. 100-163)  consideró a Dios, eterno, increado e inefable: “la noción de una realidad inexplicable, enraizada en la misma naturaleza de los hombres” (2). A su lado; pero en una condición inferior a él, se encuentra otro Dios a través del cual Dios creó y ordenó todas las cosas, este segundo Dios, es el Logos, coexistente y aún engendrado antes de la creación.

Este Dios al cual se adora según Martí es el que <une a la humanidad impulsada con la divinidad impulsadora>, que viene a ser en sí el Dios Creador que no ha creado, sino emanado o sacado de sí mismo las verdades arquetípicas o eternas que yacen siempre en su seno y con el cual el hombre no tiene – al menos de forma directa- alguna relación. Este Dios Conciencia ha sido simbolizado en las diversas religiones del mundo en el redentor, en el hijo divino, Krishna el avatar de Vishnú  evocado en el Bhagavat gita, Cristo-Jesús el hijo de Dios de nuestras escrituras sagradas, y otros tantos a los cuales se les rinde culto, se les adora y se les imita para alcanzar la redención.  La frase textualmente tomada de su cuaderno es la siguiente:

“El Dios Conciencia, que es el hijo del Dios que creó, que es el único lazo visible unánimemente recibido, unánimemente adorado, que une a la humanidad impulsada con la divinidad impulsadora.- (…) Este Dios, y el Dios Patria, son en nuestra sociedad y en nuestra vida las únicas cosas adorables.”(5)
                 
Pero en Martí el concepto de Logos o Verbo, no queda limitado a una visión puramente creacional, es decir, como el Principio Cósmico, como la fuente de todo cuanto existe en el Universo. En José Martí está presente y ocupando un lugar cimero esta concepción de generador del Universo; por cuanto es la <Vida Creadora>; pero el apóstol va más allá de una Cosmogonía para ir tan lejos, como para llegar a afirmar que: “todas las verdades van a una verdad, todos los mundos van, en el universal sublime armónico sintético conjunto, a Dios” (6). En este sentido, Dios es la Verdad de las verdades, es la reunión de todo el conocimiento y de la sabiduría, es la Razón de las razones, o como diría Leibniz  la “fuente de toda realidad”, y también la “fuente de las esencias posibles y de las verdades eternas”  (18)  y aún más, la Mónada de las mónadas. Esta idea de lo máximo o lo supremo en la Deidad y ante todo la enseñanza de la suprema verdad en esta Deidad ya había sido esbozada desde los inicios de la era cristiana por uno de sus más ilustres pensadores: San Agustín (354 - 430), el que intenta ofrecer un sentido ontológico a la verdad,  identificándola con Dios. Para Aurelio Agustín, Dios es la verdad subsistente y es también la verdad de las cosas, porque éstas son creadas de acuerdo con las ideas divinas, esto es, las ideas en la mente divina de todas las cosas que pueden existir, y que son las causas ejemplares de todas las cosas, tanto de las que Dios crea con el tiempo, como de las que crea en el tiempo, en las razones seminales, a modo de entidades futuras inspiradas en la noción de emanación sucesiva de Plotino  y sus Hipóstasis, así como con la enseñanza de  los logoi spermatikoi de las corrientes estoicas y hasta con las concepciones acerca de las ideas de Platón. La grandeza filosófica de Martí respecto a la concepción del Logos como Verdad la resume magistralmente en su segundo cuaderno de apuntes donde expresa: “Hay un ser en quien todo reside, y en él se asienta y se resume toda verdad: él es el ser  generador de las verdades: no la  verdad en él encerrada y creada por él.” (7)

En su cuaderno de apuntes número uno aparece además, la siguiente idea, que merece nuestra atención:

“Pero lo creado, real es;- el creador, pues, ha de ser y ha de ser real.                                             
Creamos, pues, en esto. Más creamos en absoluto; porque la proposición en absoluto es aquí lo único demostrable. 
Algo hace lo que existe, pero ¿podemos personificar este algo?-                                   
No ¿cómo probamos que es persona.  ¿Es algo o es alguien?                                                                                       
Es alguien, es ser inteligente, libre y sensible, puesto que nos dio inteligencia, sensibilidad y voluntad".                                                                                                                                                   

Ya nos había enseñado a través de la idea de substancia creada y esencia creadora, ahora nos intenta reafirmar la enseñanza desde la óptica de la realidad del creador; por cuanto lo creado es real. La frase encierra desde lo más íntimo de su ser y más profundo de su pensamiento su reafirmación en torno a la negación de toda idea antropomórfica de la Deidad. No podemos personificar lo que no es una persona, no podemos caracterizar con nuestros términos, virtudes y cualidades a Aquello que va más allá de toda virtud, cualidad o atributo personal. Martí nos invita a la reflexión cuando se cuestiona: ¿Es algo, o es alguien? Pero sea algo o alguien, lo esencial es que se trata de una realidad, de algo más allá de nuestro entendimiento que nos ha creado y nos ha traído a la manifestación. Este despojar de todo aire antropomórfico a la Deidad es antiquísima. Recordemos que hacia el final del siglo VI  y principios del V el poeta, filósofo y reformador religioso  Jenófanes, en sus obras satirizaba con inteligencia las creencias politeístas de los primeros poetas griegos y de sus contemporáneos. Ridiculizaba sus deidades como dioses creados a imagen de los mortales que los adoraban. Hoy se sigue evocando su   famoso pasaje, en el que al parecer llegó a  afirmar que si los bueyes, los caballos y los leones tuvieran manos, o pudieran pintar y esculpir, pintarían dioses que parecerían bueyes y caballos. (Clemente, Strom.V 109,3 DK 21 b 15.,). * Jenófanes se pronunció contra todo antropomorfismo y consideró que los hombres debían rechazar dicho antropomorfismo politeísta y reconocer en su lugar una única deidad no humana oculta y unificadora de todo fenómeno universal. Mas tarde, el sistema especulativo de Orígenes nos ofrecía la idea de que Dios está mas allá de todas las cosas, con lo cual rechazó por completo todo el antropomorfismo del Antiguo Testamento y las ideas del hebraísmo. Dios es superior a la misma sustancia y no participa de ella; en cambio la sustancia si participa de Dios. Si lo que está expresado en el mundo de la manifestación es una realidad, lo que ha creado a todas las criaturas es una realidad, una realidad que ha llevado a efecto a través de su potencia todo su plan creacional; por lo tanto no podemos aceptar según la enseñanza martiana la negación de Dios, lo que lo aproxima a Descartes cuando se refirió a la potencia infinita de Dios y la expresión de éste por su propia noción: “decir que no existe, equivaldría a decir  que había una potencia no realizada en él, o sea, que no era absolutamente perfecto, lo que es contradictorio. A ese respecto, Dios es causa de sí, potencia que produce su propia existencia.”

De esta forma nuestro apóstol; aunque no utiliza el término Logos, como tampoco lo emplearon muchos filósofos y teólogos de la antigüedad, nos ofrece definiciones conceptuales precisas acerca de la Deidad manifestada que rige los designios del Universo o Logos. Negar la postura filosófica martiana en este sentido sería negar también la creencia de la existencia de Dios en él. En el pensamiento especulativo de José Martí se presenta la enseñanza del Logos de manera análoga a las concepciones de Platón, del Neoplatonismo, de Orígenes, de San Agustín, de Bruno, de Leibniz y de Descartes. Hablar de posibles influencias de estos autores y tendencias sería motivo para otra investigación, no tenemos la certeza de que Martí necesariamente haya estudiado con profundidad a todos los autores que han abordado en mayor o menor medida el tema del Logos en la filosofía. La finalidad de este artículo es, ante todo, presentar la enseñanza martiana en torno a este abstracto concepto de la filosofía. Sus principales ideas respecto a la Deidad o Verbo se basan en su planteamiento de la  substancia creada y de la esencia creadora; así como, en vislumbrar en el Dios creador la ley irreformable,  soberana, poderosa y fecunda que no ha de perecer. Bastan estos elementos para considerar el pensamiento martiano cuando hagamos referencia a la evolución del concepto de Logos, a través de la historia de la filosofía.
         
                (Final)
ACERCA DEL AUTOR

Dr. Alberto Roteta Dorado.
Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Colabora para varias publicaciones como Cubanet.

Fuente: Archivo del autor. De la serie "Evolución del concepto de Logos", publicado en su Blog.
                                   

1092
Noticias / La idea del Logos Creador en José Martí.
« en: Mayo 02, 2015, 11:47:57 pm »
                  La idea del Logos Creador en José Martí.
                      Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.
                         Quito. Ecuador. 2/5/2015.

     La substancia creada y la esencia creadora. La idea poderosa y fecunda que no ha de morir.

El controversial tema de nuestro José Martí en la filosofía, ha sido poco abordado, y cuando se ha hecho, al menos en las últimas décadas, ha sido bajo una óptica totalitarista e impuesta, fundamentada desde posturas materialistas y fundamentalmente marxistas, que nada tienen que ver con los postulados filosóficos del héroe cubano; pero algunos intentan imponer una idea de aproximación entre el pensamiento de aquel y las concepciones de este tipo. De más está decir, que no existen estudios que traten la idea del Logos bajo la óptica martiana. Los llamados estudiosos del apóstol han estado muy ocupados con Martí y la economía, Martí y las matemáticas, Martí en la esfera del turismo y otras tantas monstruosidades, de las que por supuesto el más grande de nuestros pensadores jamás se ocupó. Por esto hemos de asumir una actitud de respeto al estudiar cualquier arista del pensamiento martiano; pero cuando de filosofía se trata, este respeto ha de convertirse en verdadera devoción y veneración; por cuanto el cubano universal, nos dejó verdaderas joyas filosóficas dispersas por su obra; las que merecen nuestra atención.

Los cuadernos de apuntes de José Martí, están incluidos dentro de estas  joyas del pensamiento filosófico del más grande de los cubanos. Téngase en cuenta que la mayoría de las reflexiones contenidas en estos cuadernos – al menos las de carácter filosófico-  fueron hechas durante la etapa en que Martí se encontraba en España como resultado de su primera deportación. Son en gran medida, el fruto de sus valoraciones de diversos autores y tendencias filosóficas, pues por esta época – 1871-1874- estudiaba la carrera de Filosofía y Letras en Madrid y Zaragoza. Analicemos a través de algunos pensamientos de estos cuadernos las concepciones de nuestro maestro respecto al Logos o la Deidad creadora  del Universo. En el primero de dicho  cuaderno aparece la siguiente enseñanza:

 “La idea de sustancia creada envuelve en si la idea de esencia creadora. Y sustancia creada como somos, nos rige un algo que llamamos conciencia. Nos dirige otro algo que llamamos razón, disponemos de otro algo que llamamos voluntad. Voluntad, razón, conciencia, - la esencia en tres formas.                                                                       Si nosotros vida creada tenemos esto, Dios ser creador vida creadora lo ha de tener y quien a tantos da, mucho tiene. Dios es pues y es la suprema conciencia, la suprema  voluntad y la suprema razón.”  (1)

Esta primera reflexión contiene esencialmente la idea del Logos a través de  lo que Martí asume como la  suprema conciencia y la suprema razón, elementos o atributos inherentes a la naturaleza divina del Dios creador del Universo. En su obra no encontramos precisamente una definición conceptual de Logos, ni siquiera el término; pero hemos de descubrirlo en su discurso filosófico. Martí parte de lo creado, de lo creado no por el azar, ni por lo casual, sino por lo causal. Existe una substancia creada y ha de existir una causa que haya creado dicha sustancia, causa que Martí ve en la  esencia creadora, lo que nos recuerda la idea de la esencia de las cosas creadas, predicada magistralmente por aquel legendario erudito en sus discusiones y charlas en el monasterio de Bec, Normandía: Anselmo de Acosta (1033-1109) el  gran filósofo y teólogo escolástico del siglo XI. Más tarde, el concepto de Descartes (1596-1650) de la potencia produciendo su propia existencia y su idea de Dios como sustancia “infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen” (…). (2), también nos recuerda la idea martiana de la esencia y la substancia.  Otro elemento que merece nuestra atención es el concepto de un triple aspecto en la esencia creadora y en la sustancia creada: voluntad, razón y conciencia. Como afirmara uno de los últimos grandes filósofos del Renacimiento: el italiano Tommaso Campanella (1568-1639), la Divinidad ha creado al mundo por medio de tres categorías “primalidades”  atribuidas a Dios, la Divinidad crea al Mundo y también lo conserva y gobierna, en virtud de: potencia, sabiduría y amor. La idea de lo trino aparece reiteradamente en concepciones filosóficas y postulados teológicos, resultando emblemáticas las múltiples trinidades de la mayoría de las grandes religiones del mundo. Shiva, Vishnú y Brahmá, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Odín, Thor y Freya y Osiris, Horus e Isis, por solo citar algunas, son las personificaciones de estas grandes abstracciones filosóficas que la mayoría no podrá comprender; pero si adorar bajo otra aparente concepción. El Ser Absoluto en sí, el No Ser, que resulta su contrapartida imprescindible y siempre coeterna y coeva con el Ser, más la resultante de la interacción de estos dos modos más elementales de expresión de la Realidad Una, o sea su fruto más preciado, la Vida o el Hijo Divino o Logos, es la más primaria de todas las especulaciones y representaciones de lo trino. Conciencia, Voluntad y Razón son los tres elementos evocados por el apóstol en sus reflexiones filosóficas.

En la segunda parte del pensamiento que analizamos, Martí trata a la substancia creada como <vida creada> y a la esencia creadora como <Dios, ser creador y vida creadora>. Esta sentencia martiana de Dios como vida creadora, constituye uno de los principales razonamientos en toda la especulación filosófica-metafísica de José Martí. Esto lo aparta completamente de los conceptos  tradicionales y convencionales que reinaban en los tiempos en que Martí hace estas valoraciones. La creencia en un ser regente de todo y de todos que desde un sitio determinado de las  alturas se está ocupando continuamente de las cosas humanas y terrenales, además de  amenazar con el castigo por el no cumplimiento de las normas y leyes impuestas por la sociedad y estructuradas por un organismo regente que han llamado Iglesia, no tiene cabida en el elevado desarrollo intelectual y espiritual del héroe cubano. Dios es la vida creadora, y si es la vida creadora de todo y de todos; por cuanto nos ha dotado, según el propio Martí, de voluntad, de razón y de conciencia, es el Logos creador y el Demiurgo artífice de los antiguos griegos y el Verbo de los padres cristianos primitivos y de la edad media. Es la Vida que ha surgido de la aparente nada, que en realidad es el Todo, y este Todo ha lanzado un rayo divino, su emanación o irradiación cósmica y divina para convertirse en finito, en Dios Limitado o Logos: Ain-Soph por medio de su rayo, penetrando en el huevo del mundo o Espacio Infinito, y emanando de él, como Dios Finito, nos enseñan las antiquísimas enseñanzas hebreas contenidas en el Zohar. Este Logos emanado de la Realidad Absoluta Eterna y por siempre inmanifestada es el verdadero Dios que rige los designios del Universo por el creado y regido. Es la Vida creadora – como lo supo apreciar José Martí – el Hijo-Divino, el Verbo, el Pensamiento del Universo, el Nous, el principio del mundo o el entendimiento universal, que según Giordano Bruno (1548-1600), “es la primera y principal facultad del alma y del Mundo, la cual es forma universal de aquel”. Este pensamiento universal presentado por Martí está más allá de cualquier manipulación religiosa superficial y de cualquier concepto establecido por manuales de catequesis cristiana; y sin embargo cercano al hombre que es capaz de elevarse hasta él: “El hombre camina hacia Dios. El es la Luz que brilla al fin del puente”, nos dice Martí en el propio cuaderno, lo que ya había establecido algunos siglos antes de la era cristiana Heráclito, (550-a.C.480 a.C.), el primero que habló del Logos cuando afirmó: “también la mente humana es, en cierto modo, parte o comunión de este Logos que es común a todos, pero que la mayoría no entiende”. (3)

Del segundo cuaderno de apuntes es la siguiente de las reflexiones filosóficas martianas que tratan la idea del Logos:

“Hay un Todo de ser que se desenvuelve y se precipita en seres, de los que cada uno es el todo de que nace. De lo uno se deriva lo múltiple, que en cada una de sus manifestaciones representa en sí todo lo uno. El yo es el universo mismo, y el universo mismo no es más que el yo. En lo más pequeño, el todo, y en el todo lo mas pequeño. Así el sistema. Relación absoluta entre un ser y otro ser, de tal manera que todos son idénticos y todos hacen la gran identidad.”(4)

El desenvolverse  y precipitarse son términos empleados por Martí para dejar bien establecida la idea de que el Logos en su proceso creacional solo dirige, orienta y ordena; pero utiliza lo ya existente, que está resumido arquetípicamente como eternas verdades en el seno de la Realidad Una. Estas eternas verdades en lo más recóndito  de la Realidad nos recuerdan a las ideas contenidas en el supremo Bien de la filosofía de Platón (c. 428-c. 347 a.C.). Según el más grande de los filósofos de la antigua Grecia, el mundo procede de la acción de un artesano divino o demiurgo, el cual  toma como modelo las ideas y pone orden en el substrato material que da lugar al mundo sensible. Para Martí, el supremo Bien de Platón es el <Todo de Ser>, del cual emanan los seres que no son creados; pero están presentes en su seno, en su regazo, como criaturas en potencia. Esto nos hace evocar la idea de la substancia que posee en sí misma la razón de su existencia expresada por Leibniz  (1646-1716). Leibniz en sus intentos de hallar la esencia del orden jerárquico del Universo consideró buscar esa razón de la existencia de la substancia en la razón misma de la existencia del mundo. Después de emplear con sumo cuidado los términos desenvolverse y precipitarse, para no insinuarnos en modo alguno el concepto de creación, en el sentido en que comúnmente damos al término, Martí trata la idea de lo Uno expresado en la multiplicidad e insiste en que: <en cada una de sus manifestaciones representa en sí todo lo uno.>, o sea, que esencialmente todo lo emanado del Todo o de la <gran identidad>, acudiendo al lenguaje martiano, tiene que contener la esencia suprema del Todo; por cuanto es su propia expresión, emanación y proyección de su Ideación. Pero el trabajo creador de asumir las esencias contenidas en la Realidad y emanadas de sí misma, es del Logos, del Dios creador, que al propio tiempo es emanación de la Realidad: <de lo uno se deriva lo múltiple>. Finalmente hemos de percibir una posible influencia o analogía en la concepción martiana de la identidad de todas las cosas manifestadas en el Universo y en la idea de Giordano Bruno (1548-1600), respecto a la inmanencia divina.

(Continuará)

ACERCA DEL AUTOR

Dr. Alberto Roteta Dorado.
Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Colabora para varias publicaciones como Cubanet.

Fuente: Archivo del autor. De la serie "Evolución del concepto de Logos", publicado en su Blog.
                                   

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           La idea del Logos en la filosofía del cristianismo. El Verbo encarnado como revelación del Dios Padre.
                   Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador. 28/4/2015.

El Logos, es el Cristo viviente, es el Hijo unigénito del Padre, increado, emanado de su Ser, por eso en el principio era el verbo y estaba el verbo, estaba en el seno de la Realidad misma, que lo sacó de sí y lo trajo a la existencia en virtud de su voluntad. Con el surgimiento de la religión cristiana, sin duda, una de las grandes religiones del mundo y entre las de mayor número de seguidores en cualquier parte, el Logos se humaniza bajo la óptica mística y mítica a través de la figura que supo cargar con su cruz y con los pecados del mundo. Presentar a un hombre hijo de Dios ha sido una de las más extraordinarias ideas filosóficas de todos los tiempos, recordemos que este elemento no es algo exclusivo del cristianismo; pero si adquiere una connotación especial en esta religión. Por un lado se nos enseña a un hombre hecho carne y habitando entre nosotros para ofrecernos su mensaje de amor, paz, reconciliación y perdón entre los hombres y por otro aparece como el verbo que ya estaba en los inicios de la creación y es dador de la vida – por su inmanencia divina – a todo el Universo.

Los teóricos de la cristiandad desde sus inicios tuvieron que enfrentar los fuertes ataques de sus adversarios y en respuesta a estos hechos hicieron su defensa. Esta defensa de los padres primitivos fue conformando la incipiente filosofía cristiana, por cuanto el Cristianismo no es precisamente un sistema de filosofía o una corriente filosófica, sino una religión con cultos, adoraciones, sacramentos y todo lo necesario para que sea religión; pero una religión sin un basamento filosófico fuerte y una teología no se sostiene y el cristianismo tenía que sostenerse; para esto era necesario un cuerpo doctrinal fuerte basado en un sistema filosófico. En los primeros documentos apologéticos ya se vislumbra esta idea de una filosofía cristiana, los textos iniciales del cristianismo  eran los libros del  Antiguo Testamento y los evangelios cristianos, estos últimos con más elementos de carácter biográfico y enseñanzas éticas y morales, que aspectos filosóficos.

Había que definir el significado real del Dios-hombre, expresado en el Cristo-Jesús, amén del papel del Espíritu Santo, la teoría de la inmaculada concepción y otras tantas contrariedades complejas, que insisto, no son exclusivas de Cristianismo. El impacto tan trascendental en el orden moral, ético, psicológico y social   del hijo de Dios ha sido tan influyente en toda la humanidad, aún para el mundo no cristiano, que la idea del Verbo o Logos, representada en esta propia figura fue quedando en desventaja. El evangelio de San Juan nos ofrece entre líneas algunas ideas sugerentes del carácter divino de nuestro señor redentor: “Yo soy el camino, y la verdad,  y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, y no creemos que el camino sea precisamente un sendero moral a imitar, sino la propia participación de la Deidad en el hombre, es el hombre hecho Dios, es Dios expresado en el hombre y a través de el en todo el Universo, por cuanto, es el Universo mismo, emanado por su bondad creadora, es la Vida misma que palpita en todos los seres del Universo por ser inmanente su condición como Verbo o Logos y trascendente en su condición de Padre Divino. “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (…) “las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, el hace las obras”, se dice en el citado evangelio, y esto, sin duda, ha permitido reafirmar a algunos y especular a otros, la idea de la emanación divina, un Padre que contiene en sí a un hijo y un hijo que posee la esencia del Padre y por otra parte la posibilidad de que todos los hombres se acerquen a Dios Padre a través de su hijo, del Verbo o Logos; pero esta idea estaba matizada en el Cristianismo por otra concepción del hijo, del hijo histórico que era el que había habitado entre los hombres en la antigua palestina, y no en el hombre místico con carácter divino emanado por su padre como Verbo o Logos. 

Así las cosas, la especulación acerca del Logos fue quedando para ciertos círculos de teólogos cristianos.  San Clemente de Alejandría ya nos expresa muy tempranamente el carácter humano del Logos, por cuanto lo concibe además de Alfa y Omega de toda realidad, principio de salvación, el Logos encarnado, lo que recuerda las tradiciones orientales respecto a la teoría de los avatares divinos. San Justino nos aproximó a la idea de una realidad inexplicable, enraizada en la propia naturaleza de los hombres. Para Ireneo el Logos ha de restaurar en los hombres lo que perdieron por Adán.  Orígenes, el gran doctor de la iglesia se refirió al sentido de la coeternidad del hijo o verbo – el Logos- con el Dios Padre y ante todo a la función mediadora de este en relación a su Padre. El Logos es  la imagen de la bondad de Dios, pero no es el bien en sí; Orígenes define el carácter creacional del Logos en su concepto acerca del orden racional del mundo en virtud del Logos. Aurelio Agustín en sus confesiones llegó tan lejos en relación a la idea del Logos, que nos logra recordar al Demiurgo arquitecto de Platón. Para San Agustín el Logos tiene en sí las ideas,  formas o razones  de las cosas, ideas que son eternas, como es eterno el mismo Logos. Todas las cosas han sido conformadas  a partir de estas ideas o razones contenidas en él.

En el largo recorrido de la evolución del concepto del Logos por el mundo occidental, merece un lugar privilegiado el poco consultado teólogo cristiano Juan Escoto. En su intento de establecer un orden en la teoría de la creación, estableció categorías denominadas por el, naturalezas. En su Segunda Naturaleza hace referencia al Logos o Verbo. Afirma que el Verbo es creador; pero que ha sido creado. Pero lo esencial en el es su concepción acerca de las ideas contenidas en la mente del creador o Verbo; todo lo contenido en el Verbo ha sido coesencial con el, no cesan nunca de existir por cuanto participan de su naturaleza esencial y fundamental y lo que se manifiesta es por la autorevelación de la Divinidad. Más tarde Anselmo de Acosta magistralmente reafirma la idea de la coeternidad y del papel creador del Logos; pero insiste en su sentido de Inteligencia Divina, por cuanto: “el Verbo es, pues, coeterno con Dios porque es la eterna inteligencia que Dios tiene de sí. Pero al mismo tiempo, es también Verbo de las cosas creadas.” (21)  Abelardo nos aporta fundamentalmente el concepto del Padre engendrando su Sabiduría, o sea, emanando al Verbo o al Logos.

De una u otra forma, la especulación de los padres y teóricos del Cristianismo en su necesidad de crear un cuerpo doctrinal consistente que refuerce la fe cristiana, ha sido determinante para el surgimiento y desarrollo de la llamada  filosofía cristiana; y en esta filosofía cristiana nos encontramos  las principales concepciones respecto a la idea del verdadero Creador o Arquitecto, a la Inteligencia Divina o Nous, al Verbo o Logos, Verbo que se hizo carne para habitar entre nosotros hace más de dos mil años y traernos un mensaje de amor y compasión.

ACERCA DEL AUTOR

Dr. Alberto Roteta Dorado.
Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Colabora en varias publicaciones como Cubanet.

Fuente: Archivo del autor. De la serie "Evolución del concepto de Logos", sin publicar.

1094
               ¿Catolicismo Vs. Protestantismo? Hacia un sentido unitario entre todas las denominaciones.
                                Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.  Quito. Ecuador. 25/4/2015.

La futura visita del Sumo Pontífice de Roma a países de América como: Estados Unidos, Ecuador, Cuba, Paraguay y Bolivia origina siempre cierto sentimiento esperanzador por lo que esta figura representa para el mundo. Los que están amenazados por las crisis económicas creen que el Papa podrá encausarles, los que están bajo el yugo del totalitarismo y la violación de derechos humanos piensan igualmente que <el representante de Dios en la tierra> solucionará sus conflictos, los que han logrado la estabilidad económica y son ejemplos de democracia pues le piden para su progreso y estabilidad por lo logrado, pero todos ponen su esperanza en las bendiciones del sucesor de Cristo y los Apósteles del Cristianismo. Las  razones pudieran ser muchas, la más noble de todas es por lo que representa esta figura de universalidad probada, sus bendiciones, su poder espiritual y su don de sabiduría. No obstante, se conoce que a través de los siglos de Cristianismo, la iglesia ha jugado un papel determinante en los destinos de las naciones. Se sabe de la intervención de las autoridades eclesiásticas para aminorar y hasta suprimir ciertos conflictos de carácter político y social.

La preocupación por la paz y el desarme ha estado presente en las labores de los últimos Papas. El Papa Juan Pablo II fue un verdadero ejemplo de hombre comprometido con los destinos de los pueblos independientemente de su ideología, su credo o su política. Al Papa actual se debe, en gran medida, el restablecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba después de medio siglo, y a Juan Pablo Segundo la puesta en libertad de muchos prisioneros políticos por parte del régimen comunista de Cuba.   

De cualquier modo, y sin intención alguna de situarme en una posición a favor o en contra de  las visitas papales, creo que siempre es gratificante para cualquier nación recibirle. Sus bendiciones y buenas intenciones serán recibidas por todos, pero las soluciones de los numerosos problemas de las naciones hemos de darlas nosotros, los cambios de nuestras actitudes podrán influenciar benéficamente a multitudes, la intención de hacer el bien – enseñanza presente en todas las religiones del mundo – debe estar presente en todos los monarcas, mandatarios, jefes de estado y gobernantes de cualquier nación, pero no solo en los que se supone, guíen nuestros destinos terrenales, sino en todos los hombres, los que somos copartícipes de dichos destinos.

Creo que uno de los aspectos que hemos de considerar en nuestras actitudes,  es el sentido de la unidad de todas las comunidades cristianas. El Sumo Pontífice está haciendo un llamado a  la unidad entre todas las religiones y ha estado encausando encuentros ecuménicos entre cristianos, musulmanes y judíos,  recientemente presidió oficios de la Iglesia Armenia en el Vaticano. Sin embargo, las divisiones y hasta odios entre los propios cristianos es algo que debe preocuparnos a todos, antes de pensar en las intervenciones papales en las cuestiones sociales, políticas y económicas de los pueblos.

Todas las religiones del mundo han tenido grandes conflictos que las han llevado a las divisiones y subdivisiones que hoy vemos en ellas. En el caso del Cristianismo resulta patente cuando revisamos las diversas ramas de la misma iglesia, todas partieron de un tronco común, pero la falta de unidad y las contradicciones las llevaron a esta diversidad. La existencia de las ramas Ortodoxa, Armenia, Copta, Vieja de Holanda, Anglicana, etc.,  son ejemplos en este sentido. Tal vez, el peor de los males se desató a partir de la llamada reforma encabezada por Lutero y seguida por Calvino, lo que originó ramas evangélicas o protestantes, autollamados en la actualidad iglesias cristianas, - como si los católicos u ortodoxos hubieran dejado de serlo - . Los reformadores y sus seguidores intentaron despojar a la religión cristiana de todo rito y forma de adoración, negaron la infalibilidad del Papa y creyeron ser los verdaderos sucesores de Jesús y sus discípulos.

La aceptación de los contenidos bíblicos como único conocimiento válido, trajo consigo la eliminación de la filosofía cristiana, de valor incuestionable, y de solidez y profundidad como cualquier otro sistema filosófico. Téngase presente que dicha filosofía se fue conformando a través del tiempo como resultante de las aportaciones que los líderes, místicos, y grandes pensadores en general fueron haciendo a lo que estaba plasmado en la escritura y a lo que se conocía de forma oral a través de la tradición. Los primeros defensores de la naciente fe cristiana, es decir, los llamados padres apologéticos, fueron creando todo un cuerpo doctrinal a partir de sus documentos defensivos contra los ataques de los adversarios de la fe cristiana, que serviría de apoyo a las enseñanzas dejadas por Pedro, Pablo, Juan, Marcos, Mateo, Lucas, Santiago y otros, que estuvieron con Jesús o muy cercanos en el tiempo a él. La negación de su legado es una verdadera ofensa a aquellos que supieron asumir con dignidad una actitud ejemplar en tiempos muy difíciles, tiempos de persecuciones, de negaciones y de hostilidad. Por supuesto que las sectas protestantes de la actualidad desconocen la labor de los padres apologéticos, la de sus sucesores de la Escolástica, los místicos de la edad media y hasta los investigadores actuales del Cristianismo, ellos solo leen la Biblia y citan pasajes y versículos en todo momento, la idea de la infalibilidad del Papa fue sustituida por la infalibilidad de la Biblia,  se enfrentan a los católicos con grandes sentimientos de odio, y expresan con convicción su comunicación directa con Dios y sus <testimonios> , exageraciones y sensacionalismos de su asumida fe. 

La iglesia católica se ha mostrado abierta respecto a la demostración de ciertos aspectos científicos, ha sido tolerante y hasta ha aceptado ciertos puntos de la teoría evolucionista de Darwin, sin embargo, los evangélicos, a pesar de la demostración científica acerca de la antigüedad de la tierra se niegan a aceptarla, por cuanto, han hecho un esquema dogmático de lo que está escrito en las Sagradas Escrituras, que sin duda, contienen enseñanzas de extraordinario valor, pero cuando son asumidas al pie de la letra pueden resultar absurdas. Sabemos que detrás de cada símbolo, de cada leyenda, de cada tradición, de cada ideograma, papiro, jeroglífico o caracteres cuneiformes, se esconde una realidad. Tras el sufrimiento y agonía del redentor, expresados simbólicamente en la crucifixión,  se esconde un grandioso mensaje que los hombres de todo tiempo y lugar hemos de encontrar.  Tras la idea de la creación de la mujer a partir de la costilla del hombre, pudiera existir una enseñanza de carácter simbólico, visto de esta forma tendría sentido y hasta cierta belleza literaria, no olvidemos que se está narrando, se nos cuenta un suceso  y las escrituras cumplen con ciertas reglas y nomas estilísticas, que los que las redactaron conocían, pero vista literalmente caería dentro de la absurdidad.

Es inadmisible aceptar que el conjunto de textos que conforman la Sagrada Biblia fueran escritos por Dios, por cuanto, eso supone la aceptación de un Dios-hombre, lo que también resulta planteado por los llamados Cristianos. Si se considera la idea del Dios creador de los Cielos y la Tierra, se podrá intuir que un hombre no pudo haber logrado tan colosal creación y mucho menos en tan solo siete días, como también asumen literalmente los que creen tener la verdad, sin cuestionarse en sí lo que es la verdad y los que despectivamente se refieren a los católicos y a cualquier otra denominación, aunque en su total ignorancia desconocen la existencia de ramas ortodoxas, coptas, armenias, etc. que son tan cristianos como ellos y creen también tener la verdad.

La no aceptación y la crítica enérgica a la ciencia, limita el desarrollo de la filosofía y de las religiones. El Génesis hace referencia a los cielos y la tierra, la idea de cielos pudiera asumirse como el firmamento, el espacio, el universo, pero no se cuenta una verdadera, o al menos simbólica cosmogonía, es decir, la formación del Universo. El texto se limita a los acontecimientos en nuestra tierra. ¿Cómo negar entonces las teorías científicas de los multiuniversos a partir de un texto bíblico que no hace alusión a dichos procesos? ¿Cómo no prestar atención a la posibilidad de lo simbólico a través del siete en los días de la creación? Recordemos que los antiquísimos Puranas indos describen siete etapas creativas y que el texto secreto del Dzyan nos presenta una extraordinaria creación del Universo a partir de siete estancias, cual verdaderas etapas, coincidentes en muchos de sus aspectos tratados, con los descubrimientos e investigaciones de la ciencia actual.

Si no partimos de una actitud tolerante, de respeto, desprovista de odios y rencores, si no somos capaces de abrir nuestros corazones y ver la grandeza del prójimo en toda su magnitud, si no estamos dispuestos a descubrir la unidad en medio de la diversidad,  cualquier visita de un líder espiritual solo traerá a nosotros la parte externa, el significado social, pero no la verdadera trascendencia interna que esto representa. La verdadera espiritualidad y el camino hacia la transformación están en lo más recóndito de nuestros corazones. 


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                     Lo Absoluto: un concepto elevado del mundo de la modernidad y del campo de la religión.
                                                                (Tercera parte)
                                   
                                           Por: Dr. Alberto Roteta Dorado. Quito. Ecuador. 24/4/2015.

En el racionalismo de Descartes, lo absoluto es la sustancia infinita, cuya bondad y perfección garantizan la solidez del criterio de verdad. En Spinoza desaparece la trascendencia de lo absoluto y la sustancia infinita es a la vez naturaleza. En Kant, el absoluto es una exigencia de la razón humana en un doble sentido: como incondicionado, que no es objeto de conocimiento objetivo y que sirve a modo de idea reguladora u horizonte inalcanzable (ideas trascendentales) del conocimiento por el entendimiento, y como noúmeno, o cosa en sí, inaccesible a la experiencia y al conocimiento teórico, pero exigida por la razón humana como condición última de la posibilidad de un conocimiento objetivo. La razón práctica sabe (por la experiencia de la ley moral) que hay una conciencia incondicionada, que es la legisladora absoluta de toda moralidad; en esta subjetividad creadora toma su punto de partida el idealismo alemán.

Ya en el pensamiento de Hegel, lo Absoluto es el devenir de la idea y, porque es sobre todo resultado y final, es espíritu absoluto desarrollado a lo largo del tiempo: arte, religión y filosofía. Hegel parte de una primera intuición, la del espíritu. El espíritu está dotado de diferencias, o mejor dicho se diferencia en sí mismo. Se va desarrollando merced a una propia autoactividad en todas estas diferencias, y de esta manera produce toda la realidad. Solo al final de todo ese proceso llega a ser el espíritu absoluto. Pero este espíritu es algo así como una hipóstasis, como un individuo universal en quien está englobada toda la diferenciación de la realidad. Las diversas manifestaciones de este espíritu son los fenómenos y su obra “Fenomenología del espíritu” no es más que la descripción del camino por donde va pasando el espíritu hasta llegar a lo absoluto. Pero a la intuición del espíritu añade Hegel otra intuición: la de la idea. No es el espíritu una realidad  del tipo de la cosa en sí, sino, que es un acontecimiento, una idea. El espíritu es la ciencia misma. En este sentido expresó:

“Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solamente la esencia que se completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en ello estriba precisamente su naturaleza, que es la de ser real, sujeto o devenir de sí mismo”. [...]

“Lo real es lo mismo que su concepto simplemente porque lo inmediato, en cuanto fin, lleva en sí el sí mismo o la realidad pura. El fin ejecutado o lo real existente es movimiento y devenir desplegado; ahora bien, esta inquietud es precisamente el sí mismo, [...] porque es el resultado, lo que ha retornado a sí, pero lo que ha retornado a sí es cabalmente el sí mismo y el sí mismo es la igualdad y la simplicidad referida a sí misma”. [...]

En las concepciones de Hegel, lo Absoluto se opone a todo cuanto es relativo y se aplica a lo que sólo depende de sí mismo para ser pensado y para existir; se le atribuye plenitud de sentido y no necesita más justificación que la que se da a sí mismo, mientras que todo lo demás -lo relativo- se justifica por relación a un absoluto. Cuando es entendido como una entidad que se considera perfecta en cualquier aspecto, se la identifica obviamente con la divinidad; pero dada su condición de Absolutidad ha de estar más allá de la propia Divinidad; por cuanto la Divinidad tiene límites definidos y limitados a un sistema de evolución determinado; aunque es al propio tiempo un reflejo o proyección de esa Realidad. Para Hegel  <la sustancia es esencialmente sujeto>, y <se expresa en la representación que enuncia lo absoluto como espíritu>. Y precisa en su Fenomenología del espíritu:

“Sólo lo espiritual es lo real; es la esencia o el ser en sí, lo que se mantiene y lo determinado -el ser otro y el ser para sí- [...]. Pero este ser en y para sí [...] es la sustancia espiritual”.

¿Por qué se considera el concepto de lo Absoluto como el concepto más elevado de todos? Creo que el hecho de no poder llegar a comprenderse esencialmente lo que es y lo que representa el Absoluto, es lo que determina en gran medida el carácter tan elevado de su concepción. En su ensayo: “La Seidad o la Ultérrima Realidad de lo Absoluto”, redactado en septiembre de 1971, el señor Martínez Méndez expresó:

“La Seidad es una Realidad que en sí misma lo contiene todo en potencia, pero no en acto, por tanto emana lo relativo, lo individual, para poder expresar en acto sus propias potencias. Esta Seidad es a la vez trascendente e inmanente, es trascendente cuando está inactiva, e inmanente cuando surge a la actividad emanadora. Su inmanencia la lleva a efecto por medio de sus tres atributos: Acción, Ser y No-Ser”. 

El hecho de que algo que es Absoluto pueda dar lugar a todo lo relativo que se expresa en el Universo, constituye una de las más grandes abstracciones metafísicas, que sin duda, hace aún más complejo, el concepto del Absoluto. Esta complejidad se torna aún mayor cuando tratamos de explicarnos como esa Absolutidad mantiene siempre y por siempre ese estado o condición de Absolutidad a pesar de dar lugar a todo lo relativo, y cómo lo relativo es expresión de Aquella Realidad que permanece intacta, sin fraccionarse, sin dividirse, sin relativizarse, por cuanto, si esto ocurriera dejaría de ser una Absolutidad y se perdería su estado de conciencia-integrada, lo que le es inherente por la eternidad. Hegel en su “Lógica”, trata de acercarnos a la comprensión de la complejidad conceptual cuando expresa:

 “La idea absoluta puede compararse [...] al viejo que expresa los mismos pensamientos religiosos que el niño, pero para el cual su significación abraza toda su vida. Aun cuando el niño entendiera el contenido de la doctrina religiosa, su vida entera y el mundo entero estarían, no obstante, aún fuera de este contenido. Se puede decir otro tanto de la vida humana en general y de los sucesos que la llenan. Todo nuestro trabajo es dirigido hacia un fin y cuando este fin es alcanzado, asombra no hallar otra cosa que lo que se quería. La importancia está en el movimiento entero. Cuando el hombre recorre con el pensamiento los hechos de su vida, el fin podrá parecer muy limitado. Sin embargo, en él viene a concentrarse entero el decursus vitae. Así el contenido de la idea absoluta es también el desenvolvimiento entero de los momentos que tenemos ante nosotros hasta aquí. Y que es este desenvolvimiento lo que constituye el contenido y lo esencial, éste es el último punto que nos queda por determinar. Hay que agregar que lo propio del pensamiento filosófico es entender cómo todo lo que es, considerado separadamente, aparece como un ser limitado y que no tiene, por lo mismo, valor sino como parte del todo y como momento de la idea.” 

Lo que hace aún más complejo la asimilación de un concepto que ha sido el clímax de la abstracción desde sus inicios mismos, aún cuando solo se intentaba hallar un común origen a todo lo existente o una explicación ante la enorme diversidad de seres y formas expresadas en la multiplicidad de lo manifestado; pero todas con un substrato común como esencia. Todo análisis filosófico desde el punto de vista cosmológico, cosmogónico o antropológico debe partir de un intento de comprensión del concepto del Absoluto, por ser este la unidad primaria de la cual se deriva todo lo que se ha expresado en el Universo. En los inicios de los setenta del pasado siglo veinte Martínez Méndez nos expresó:

“La idea de que lo uno se exprese como múltiples sin que lo uno tenga que fragmentarse para dar existencia a lo múltiple constituye uno de los más profundos problemas metafísicos”.

Lo que sin duda está en relación directa con la idea formulada por Hegel acerca  del concepto más elevado de todos. Pero retomando la idea de la necesidad de partir desde lo Absoluto y no desde lo relativo para cualquier análisis, hemos de considerar que es en lo Absoluto donde todo tiene su raíz y en esta Realidad se halla contenida toda existencia y todo modo de ser relativo, transitorio y más o menos fugaz, de ahí que no puede haber nada  <que no esté como envuelto por la Asediad Absoluta>. Todo ha tenido que existir primero en el seno de dicha Realidad. La aproximación, -al menos teóricamente-, a estos conceptos trascendentales, nos permitirán tener una visión diferente de la vida, en tanto que de las formas que se  expresan en los planos de la existencia, su interiorización ya es otro paso en el vasto proceso del aprendizaje de estas abstracciones y el llegar a la plenitud de su conciencia es algo que solo le corresponde al místico o al iniciado. Negar la existencia de una Realidad como esta, significa negar la propia existencia de las cosas que ahora se expresan y que todos admitimos como realidades, que en el fondo no son tales, sino solo reflejos parciales, transitorios y fugaces de la única realidad existente y autoexistente por sí misma. La negación del Absoluto es la negación de la propia vida, del devenir de la evolución cósmica y divina, lo que equivale a negarnos a nosotros mismos. Hacia una comprensión de esta Ultérrima Realidad hemos de ir, a pesar de estar inmersos en la materialidad no solo de pensamiento, sino por la limitación material que implica nuestra propia expresión en lo manifestado; pero ir de cualquier forma, esto nos hará verdaderamente libres, que significa estar liberados en conciencia, en espíritu.

                                                         (Final)
                             
ACERCA DEL AUTOR

Dr. Alberto Roteta Dorado.
Cienfuegos, Cuba, 11 de enero de 1965. Graduado de doctor en medicina, especialista en medicina general integral y pediatría por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara y de Máster en Ciencias y especialista de segundo grado en endocrinología por la Universidad Médica de Cienfuegos. Ejerció su profesión de médico por más de veinticinco años en Cuba. Profesor auxiliar de pediatría y endocrinología se dedicó al magisterio por más de veinte años. Actualmente radicado en Quito, Ecuador, continúa ejerciendo su profesión. Ha realizado estudios de filosofía, antropología y teosofía. Presidió en su ciudad natal la Fundación Cultural “Oasis Martiano” desde 1993 hasta su salida de Cuba en 2014. Presidente de honor de dicha institución. Dictó conferencias sobre temas martianos y filosóficos en diferentes instituciones cubanas como: Fundación Cultural “Oasis Martiano”, de Cienfuegos, “Memorial Presidente Salvador Allende”, de La Habana, entre otras. Tiene inéditos dos libros de ensayos sobre el sentido de la religiosidad y el pensamiento filosófico de José Martí. Colabora en varias publicaciones como Cubanet.

Fuente: Blog del autor en Forofilo.

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